– ¿Y…?, compadre Indiscreto, ¿ya se decidió por quién mismo votar?
– Pues, claro que sí, compadre Ulbio.
– Y, ¿por quién mismo va a votar, pues?
– Eso sí que no le puedo decir, ¿no ve que estamos en silencio electoral? Y no le vamos a hacer propaganda a ninguno de los contendientes; mucho menos gratis. Pero, lo que sí le puedo asegurar es que yo, más que por personas, voto por ideas.
– ¡Ya va! ¡¿Y si le ofrecieran la Gobernación a cambio de su voto?!
– En ese caso votaría por el candidato o la candidata que me lo ofreciera; porque esa no sería una mala idea.
– ¡¿No ve, compadre?! ¡Hasta usted creo que anda ya tras de los puestos!
– ¡De ninguna manera, compadre! ¡No faltaba más! ¡¿Yo, sumarme a esa bola de oportunistas desbocados?! Que, aún sin saber quién mismo va a ganar, ya andan repartiéndose los puestos. Después les dan en las manos, porque al final capaz que el reparto queda a cargo de uno de los asambleístas.
– Como en la vez anterior.
– Así mismito, compadre; porque nadie sabe cómo mismo va a quedar el tablero político después de las elecciones.
– Bueno, ojalá gane el o la mejor.
– O, más bien dicho, el o la menos pior. Porque, ¿sabe usted qué significa ser candidato o candidata?
– Pues, ¿una persona que tiene responsabilidad para con su pueblo?
– ¡Nada de eso, compadre ignaro!
– ¡Ele! Ya me cambia el nombre. ¡¿Acaso yo me llamo Ignacio… o Genaro o como dice?!
– Yo le dije: ignaro; o sea, persona de escaso entendimiento.
– Pues, no entiendo nada de lo que dice; usted siempre me habla en difícil.
– Bueno, dejemos eso antes de que me dé colerín. El caso es que ser candidato o candidata significa obtener dinero de los ricos y votos de los pobres, con la promesa de proteger a unos de los otros. Por eso a mí me interesa poco quien gane; porque ni Quaker ni yerba Luisa mi futuro garantiza.
– ¿O sea que usted no cree en la democracia?
– Yo sí creo en la democracia, lo que no creo es en la plutocracia.
– ¡Ele! ¡¿Acaso que vamos a ir a votar plutos?! ¿No ve que estamos en Ley Seca?
– Con razón tiene seco el cerebro; “plutocracia” significa que gobierna el poder económico, que es quien realmente pone los candidatos o candidatas. Por eso, en esta falsa democracia, jamás podrá ser presidente un pobre, así tenga las mejores ideas e ideales del mundo.
– Entonces no ha de ser la “plutocracia”, sino la “platocracia”; o sea el poder de la plata.
– No, “platocracia” es cuando su mujer le arroja los platos y así le demuestra quien manda en su casa.
– Bueno, eso sí, compadre… ¡snif!
– No se apene, compadrito, yo le entiendo; por eso le perdono que sea medio bruto, con tanto golpe que recibe.
– Chuta, ni como invitarle a un traguito para contarle mis pesares.
– Eso sí, compadre; nosotros sí debemos respetar la Ley Seca; porque, resulta que en este país todas las leyes están secas, porque todo el mundo hace lo que le da la gana y nadie las respeta. Es más, no solo están secas sino deshidratadas.
– ¿Deshidratadas? No lo creo; porque, cuando hay Ley Seca, lo que más hacen estos llamingos es beber como locos, después van a votar chuchaquis y terminan eligiendo tonteras. Yo creo que mejor, en vez de pluto o platocracia, tenemos chupecracia, con tanto borracho.
– ¿Y acaso usted no chupa en Ley Seca?
– Eso sí que no, compadre; yo soy tan respetuoso de la Ley Seca que hasta tomo la leche en polvo.
– Mmm… Bueno, por lo menos esos polvos se pega…, pero tampoco hay que exagerar, ni tampoco hay que ser como otros que, cuando les van a detener por violar la Ley Seca, solo atinan a decir: “Pero,… si solo estábamos tomando un Trópico, pero es seco”.
– Claro, porque en esta Ley Seca solo debemos tomar más que Quaker o yerba Luisa.
– Así es compadre y, cualquiera que sea la decisión, ojalá no nos dé un chuchaqui peor que el del Trópico Seco o que el del Lasso.