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Perdimos un candidato, pero ganamos un ángel

por Andres Ortega

– ¡Ay, compadre Indiscreto! ¡Ay, compadre Indiscreto!

– ¡Ele que’s pues! ¡¿Qué le pasa pues, compadre Ulbio?

– Compadre, que tristeza… ¡Se nos murió, compadre! ¡Se nos murió!

– ¡¿Se nos murió?! ¡¿Quién pues, compadre?!

– ¡Quién más va a ser compadre!…

– No me vendrá con sus vaciladas de que “se murió el negro Simón, el jilguerito del pueblo…”, que ahí si lo mando por donde vino.

– No compadre, le estoy hablando en serio; se nos fue el mejor de todos…

– ¡Ah, ya sé! Se refiere al Angulo, el futbolista de la Liga de Quito. ¡Ya pues! ¡Tanto escándalo por un jugador! ¡Demás mismo usted, compadre!

– Bueno, él también se nos fue. Pero no, compadre; me refiero al Pato, nuestro querido Pato, ¡uy que dolor!

– ¡¿Y por un pato usted se pone así?! ¡Qué será si se le muere una vaca!

– Usted no me entiende compadre; me refiero al Pato, a nuestro querido padre Patricio, nuestro líder espiritual, nuestro querido pastor, nuestro mejor candidato a la Asamblea Nacional.

– ¡No me vendrá con bromas, compadre! O usted está loco o ya se fumó de esa pendejada. Verá que con esas cosas no se juega.

– No es ninguna broma compadre, le estoy hablando en serio. A mí también me cayó como valde de agua fría; pero ya vengo viendo el cuerpo, lo están velando en el coliseo. ¡Y viera le gente como ha llegado! Unos de curiosos, otros para darle la despedida y hasta los mismos curas han llegado para rezarle un responso.

– ¡¿Los curas dice?! ¡No ha de ser! ¡Ahora ya me va a decir que llegó hasta el obispo! ¡Si no lo querían! Lo trataban como a hijo ajeno. Si se puso mal es por ellos, desde que le hicieron votar de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, él ya no volvió a ser el mismo; fue como que le quitaran la vida misma. Y si caminaba era por obra y gracia del Espíritu Santo.

– Pues… ¿Qué le digo, compadre? Ahora ya con el muerto, no se han apartado de él. Curas vienen, curas van; responsos a cada rato, rezos por consiguiente y las misas una tras otra. La última misa, por ejemplo, con cinco sacerdotes al mismo tiempo; como quien dice, mejor que sobre y no falte.

– Serían curas venidos de otras partes; porque no creo que hayan sido los de aquí. Porque yo de familiar no los hubiera hecho ni siquiera entrar. Si en vida no lo quisieron, ya de muerto para qué… ¿No cierto?

– Sí, compadre. Bien dice el dicho que Dios se lleva a los buenos y los malos siguen quedando para seguir haciendo más maldad.

– Es que así tiene que ser compadre. ¡Qué se admira! ¿No ve que el cielo está lleno de ángeles? A usted por ejemplo ¿para qué Dios lo va a querer en el cielo? Si, aquí mismo, ningún mérito hace.

– Ahora compadre, nos quedamos sin candidato. Era el único que pretendía llegar a la Asamblea a servir y no a servirse, a generar un cambio en esa Asamblea contaminada de todo mal.

– Por eso mismo, compadre, Dios no quiso que un hombre bueno vaya a contaminarse. Él no estaba destinado para eso; él estaba para salvar almas y no para la política llena de tanta corrupción. Zapatero a tu zapato, Dios le dijo: mil veces te quiero acá antes que allá.

– Es verdad, compadre. Fueron los políticos los que lo desviaron del camino. Desde que era padre mismo ya lo estaban conquistando; pero él los rechazaba devotamente. Y seguían insistiendo, y seguían insistiendo, y tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe; terminaron por envolverlo en sus redes. Y el pobre de político no tenía nada, porque para eso hay que ser mentiroso, trafasioso y demagogo.

– ¡Qué le digo, compadre! Por eso Dios, antes que verlo perdido, mejor salvó su alma. Y, si bien perdimos un buen candidato, ahora ganamos un ángel en el cielo. Un político menos, pero un santo más para Dios.

– Ahora solo nos queda seguir su buen ejemplo, su don de servir a los demás, su espíritu de solidaridad, su humildad; y, sobre todo, su inmensa alegría. Ya que siempre tomaba las cosas por el lado amable y con buen humor.

– ¡Eso, compadre! Por fin ha dicho algo sensato. Más que ponernos a lamentar, mejor pongámonos a imitar sus virtudes. Él si tenía “Pasión por el servicio”, no como ciertos políticos que solo el eslogan cuando en realidad lo que tienen es pasión por la plata. Él si tenía ánimo para todo, y no como otros que mejor ahí quedemos. Que su muerte sea verdadera semilla para quienes pensamos en una sociedad diferente.

– ¡Vuela alto Pato como tan altos eran tus ideales!… ¡Hasta siempre! Hasta el cielo…donde te volveremos a encontrar.

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