Por: Lic. Gustavo Tuston
La “fiebre del oro” es un término que se acuñó a raíz del fenómeno social ocurrido en California – Estados Unidos entre 1848 y 1855, caracterizado por la gran cantidad de inmigrantes que llegaron de todas partes en busca de dicho metal. Algunos dones nadie, sin oficio, ni beneficio, se hicieron millonarios de la noche a la mañana, gracias al oro y eso desató la fiebre del deseo, lo que atrajo a miles que migraron a la entonces diminuta aldea de San Francisco, sin importarles la complicada travesía.
Algo parecido se me viene a la mente cuando a vísperas de los procesos electorales observo que empiezan a concentrarse masivamente a las sedes de los partidos políticos, como hormigas cientos de personas con una fiebre parecida a la del oro, sin ningún otro objetivo que tratar de salir de sus problemas económicos con base en la política, o mejor dicho en la politiquería, porque la verdadera política tiene por afán el servicio y no la búsqueda de riqueza.
En este escenario la ideología nada importa, solo apostarle al candidato que aparentemente tiene mayores opciones. En Pastaza, se ha visto a personajes carentes de mérito, que muchas de las veces no son capaces ni de ofrecer declaraciones coherentes a la prensa, pero que, sin embargo, de la noche a la mañana asoman con buenos autos, bien vestidos y orgullosos con dinero hasta para desperdiciar. Por este tipo de casos, al igual que la fiebre del oro en California, hace que muchos opten por ese camino, con la esperanza de también beneficiarse de ese atajo que les permite tener bienestar económico de un modo aparentemente fácil y rápido.
Esta lógica es errada y pasa factura en desmedro de la sociedad, porque hace que las elecciones se basen en intereses particulares en lugar de pensar en el bien común. Es por eso que muchas veces se eligen a malos elementos, que poco o nada saben de administración y/o política en su más pura expresión que es el servicio. Algunos, ni siquiera tienen una hoja de vida limpia, por el contrario, tienen un pasado oscuro, pero son hábiles para los tejes y manejes. Usan la plataforma política para servirse de los pocos recursos del erario nacional, lo cual ha sido terrible para la vida de nuestros pueblos.