
Por: Emilia Trujillo
En una semana robaron a mano armada una gasolinera en Puyo, atraparon y golpearon en la calle a cuatro ladrones, vaciaron una heladería, roban celulares y bicicletas. Nadie puede negar que la delincuencia en una ciudad donde casi no se escuchaba esto, está fuera de control. No solo aquí, en todo el país hay casos diarios de sicariato, robos de vehículos, casas, etc. ¿Por qué? ¿Qué está causando este incremento? ¿Qué le pasa a la sociedad?
Para el doctor en Jurisprudencia, Edmundo Pino, que las personas tomen justicia a mano propia nos hace involucionar como sociedad. Son los operadores de justicia, como la Fiscalía quienes deben garantizar la seguridad a los ciudadanos respetando la normativa vigente. “Si se seguiría el debido proceso, las personas podrían confiar en el sistema”, explica.
Según la Revista La Kolmena (Pulido, 2020)” El crimen es el resultado de las malas políticas públicas y las desigualdades de las estructuras económicas”. El crecimiento de la delincuencia está relacionado con la crisis y el desempleo. Solo, 2,6 millones de personas en el país tiene un trabajo adecuado, es decir, ganan más de $400 mensuales. Hay 426.875 personas sin trabajo y casi 6 millones de personas con trabajo informal, esto según el INEC 2021.
El problema delincuencial que vivimos no se resuelve con más policías, justicia a mano propia o más cárceles. Como dice Pino “La represión solo aumenta la violencia, en Estados Unidos existe mayor control, las penas son más duras y los índices delincuenciales no han bajado, esto se debe a que las personas no tienen una calidad de vida digna”. Lo que no significa que los detenidos no deben ser sancionados, solo un Estado fuerte puede reducir y prevenir la criminalidad. (Pulido, 2020)
Recordemos además que la seguridad ciudadana fue desarticulada en el Gobierno de Moreno, con la eliminación del Ministerio de Justicia, Ministerio del Interior, y Ministerio Coordinador de Seguridad Ciudadana. Si el Gobierno no permite que las personas salgan del estado de desocupación, el problema no va acabar. Mientras el sistema no cambie por uno que sea justo y equitativo con las oportunidades del país, seguiremos viviendo el caos actual.
“La Policía Nacional debe recuperar su rol como ciudadano, se deben promover las organizaciones barriales, los municipios deben crear oficinas para prevención de delito y no abogar por políticas que precaricen el trabajo” (Pulido, 2020).
No sabemos qué está pasando detrás de una persona que comete un asalto: la desigualdad, la exclusión y la marginación produce conductas humanas como estas. No nacemos ladrones o asesinos. Para la psicóloga, Micaela Ledesma, “la ley tiene la función de proteger y brindar una estabilidad psíquica dentro los límites tanto sociales como personales, sin embargo, cuando esta norma falla, y no cumple su cometido; se produce una desestabilización en el psiquismo, este se ve abandonado pues no tiene los límites claros para poder apoyarse, y es entonces cuando el humano transgrede esta ley”. La ley no es netamente del Estado; la ley generalmente se instaura desde la función materna y se consolida con la función paterna. “El estado es un garante de la ley, el padre es un garante de la ley”
Vivimos una crisis económica, falta de empleo y no tenemos estructuras sólidas en las políticas públicas, el problema de la delincuencia no se resuelve golpeando a un choro.