– ¡Chuta, compadre Indiscreto! Qué días para más aburridos que estamos viviendo.
– ¡¿Aburridos?! ¡¿Cómo que aburridos?! El aburrido es usted, compadre Ulbio. Con tanto graduado, ¿cómo podría alguien aburrirse?
– Pero, ¿qué graduado? Que yo sepa, usted no tiene ni un hijo joven. A no ser que tenga unito por ahí encargado de manera clandestina, jejeje.
– ¡Qué clandestino ni que ollas viejas! Si no es necesario tener hijo propio. ¿No ve que ésta es la semana de los grados en todos los colegios? Hay fiestas para escoger. El vecino de la esquina se gradúa la hija, el del frente el hijo, el de más allá la entenada y así… ¡Por todo lado!
– Pero… ¡Si no nos han invitado!!! ¡¿Cómo vamos a llegar así de paracas?! No vale pues, compadre…
– No nos han invitado, pero tampoco nos han dicho que no vayamos. ¡Póngase pilas, compadre! De que comemos y chupamos de gas, lo hacemos compadre.
– No compadre, conmigo no cuente. Luego me pongo happy, quiero seguir de largo y, como los locales solo tienen permiso hasta las dos, ni como seguir de amanecida. Para eso mejor nada.
– Pero, acaso que nos vamos a meter en lugares clandestinos. Vamos a ir a festejos decentes y usted se me tiene que portar bien, como todo un caballero de etiqueta.
– ¿De etiqueta? Claro, como siempre me toca andar pegado a usted, ahora me dice “etiqueta”.
– Me refiero a que vaya bien vestido, de traje y corbata. Y si va a beber, hágalo con mesura.
– Mejor con champaña, compadre, y de vez en cuando un whiskacho…
– ¡¿No ve?! Usted ya va predispuesto a emborracharse sin control. En la fiesta debemos saber comportarnos; saliendo de ahí sí… podremos despaparrarnos un poquito.
– ¿Saliendo de la fiesta? ¿A dónde vamos?
– Ya que me habla de hijos clandestinos, si quiere seguir de largo, nos vamos a nuestra huequita de siempre, que funciona de manera clandestina; allá, donde fuimos el otro día.
– ¡Ele! ¡¿No sabrá, compadre, que todas las huecas están clausuradas?! ¡Esta intendenta! ¡Lo que le falta de tamaño le sobra de coraje! Se ha fajado bien los pantalones, cosa que Puyo ya no tiene ni una sola hueca funcionando.
– Chúsica compadre, con razón que ayer nomás la escuché en la radio que, como gran victoria, anunciaba que en Puyo ya no queda ni un centro irregular que esté funcionando de manera clandestina. ¡Todos han sido cerrados!
– Yo no creía que fuera a actuar tan a rajatabla, compadre.
– Como le digo compadre, la Yomi resultó ser de armas tomar, y como es soltera y no tiene perro quien le ladre, se amanece nomás en operativos a diestra y siniestra.
– Así es; haciendo respetar los horarios, empujando a los borrachos en la calle a que vayan a dormir a sus casas, controlando que no haya menores de edad y, sobre todo, que todos los locales tengan sus permisos en regla, o si no, chao pescao.
– ¡Pero eso está bueno compadre! Así debe ser. Hasta que al fin una autoridad que ponga orden; eso le hace bien a la ciudad; claro, menos a usted y a todos los borrachines que les gusta seguir de largo hasta que el cuerpo ya no aguante. Ahora se ve que los tiene en cuarentena, jajaja.
– Y, como al parecer, no es de las que les gusta que le remojen la mano, como si se ha visto en otras autoridades, los tiene a todos en jaque mate. Solo que nomás ganándose unos cuantos enemigos, porque de sueldo creo que sigue ganando como teniente político y nada más.
– Y, hablando de enemigos, qué importa uno que otro de esos que les gusta trabajar al margen de la Ley; si todos deberíamos apoyarle, darle nuestro respaldo, y así por uno o dos que no la quieran, pues la quiere toda la ciudad y eso es lo que importa.
– Sí, yo hasta sería de la idea que hagamos una campaña y la viralicemos en redes sociales: “Yo apoyo a la intendenta” o “Intendenta, la gente contigo cuenta” o algo así.
– Así ha de usar la cabeza, compadre. ¿No ve? Usted sí piensa cuando hace un esfuerzo. Propone una campaña distinta a sus campañas acostumbradas.
– ¿Usted cree compadre que la gente querrá apoyarle?
– ¡Pues claro, compadre! Es hora de limpiar la ciudad de mucho borracho, mucho lugar clandestino, mucha droga y todas las cosas que hacen mal a la ciudad, de allí vienen los accidentes de tránsito, las balaceras, los sicariatos y todo. ¡Póngase pilas compadre!
– ¡Por un Puyo sin huecas!
– Y sin cabezas huecas también, compadre.