Disfrutar el río o un dique es uno de los mejores placeres que tenemos las familias orientales y ecuatorianas. Sabemos que nuestras aguas son limpias y cristalinas, especialmente aquellas que están fuera de nuestra ciudad “canela”. Sin embargo, ver basura por todo lado da coraje y rabia. Este fin de semana estuve en un par de balnearios de parroquias distintas y lo que noté me dio mucha ¡INDIGNACIÓN!, lo escribo con mayúscula porque no existe la sana costumbre de nuestra gente, recoger la porquería que genera cuando realiza los asados cerca a ellos. Lo más aberrante fue observar pañales a las orillas de la corriente. Recordemos lo que todo el mundo vio en el último mundial de fútbol Qatar 2022, la cultura japonesa en acción y nos dio una cátedra de aseo al recoger los desperdicios que habían creado y dejar limpio el espacio utilizado por ellos.
El “homo sapiens” es el único animal salvaje que destruye el planeta Tierra. Todo desperdicio que produce al comprar en tiendas, plazas, y supermercados, especialmente fundas plásticas y platos desechables, como desconocen que estos productos tardan entre 100 y 1000 años para descomponerse en la tierra, pecan de “nobles ignorantes”. Pensemos en todo el gentío que arroja chicle y colillas de tabaco en las calles, estos productos tardan 5 años para desintegrarse. Conductores inconscientes que a lo largo de su viaje lanza sus deshechos por las ventanillas. ¿Qué valores estamos dejando a las futuras generaciones? ¡Nos estamos enterrando en basura en nuestra linda ciudad! Creo que es hora de poner un alto a la suciedad y que nuestras autoridades locales por decreto municipal, establezcan una “multa generosa” a todos los ciudadanos que se niegan a depositar sus residuos en los recipientes apropiados. Así pensará dos veces antes de hacerlo, o si existe ya alguna Ley, la pongan en práctica con la debida socialización por emisoras y vallas publicitarias en las entradas a la ciudad, parques, balnearios y ríos.
Si pudiéramos clasificar a esta especie subdesarrollada porcina de la población ecuatoriana, tendríamos: La “brutus bípedo” porque lanza sin piedad alguna a la calle y carretera todo tipo de porquería, taponando las alcantarillas pluviales, que luego colapsan en la temporada invernal. La segunda, “brutus floreciente” porque deposita en terrenos baldíos o en la espesura de la maleza, aprovechando la oscuridad o después del recolector de la mañana y como nadie reclama continúan haciéndolo, sin imaginar que sus deshechos son una fuente de contaminación para los moradores del vecindario. La tercera se la conoce como “brutus clarividentes” porque creen que, si arrojan al riachuelo que pasa cerca a su casa, no genera descomposición ni los perros pueden romper las fundas en busca de restos de comida.
Confío que usted amigo lector, no se encuentre en ninguna de ellas. Sabemos que la ciudad más limpia no es aquella que más barre, si no aquella que menos ensucia. Empecemos en nuestros hogares, imitando a los japoneses que enseñan a sus hijos desde los primeros años de escuela con la limpieza. Seamos disciplinados con los horarios del recolector. Debemos proteger y preservar nuestro planeta. Conservemos limpios nuestros manantiales y bosques, porque la tercera guerra mundial será precisamente por el agua. La inmundicia es fuente de enfermedades porque atrae roedores, moscas y animales callejeros. Dejemos de ser un país tercermundista. Fomentemos la cultura y el orden en nuestras generaciones. No se olvide de recoger su basura si sale fuera del hogar.