– Oiga compadre Ulbio, ¿me presta treinta dólares?
– Bueno, compadre Indiscreto; pero con la condición de que no se los quede mucho tiempo.
-¡Ah! Por eso no se preocupe, compadre, que enseguida me los gasto.
– Uuuu, compadre; usted ya está como los del COE cantonal; loco por gastar la plata.
– ¿Y por qué piensa eso del COE, compadre?
– No ve que prefieren pagar una hostería para los afectados por el covid 19, en lugar de utilizar gratuitamente las instalaciones de la Federación Deportiva… ¿No será porque el señor Alcalde es alérgico al deporte?
– Yo creo que el señor Alcalde se deja llevar por esa máxima que dice que lo barato sale caro; y si lo barato sale caro, lo gratuito debe salir requetecarísimo.
– Pero… ¡Eso no puede ser, compadre!
– ¡Qué le vamos a hacer! Así son los alcaldes. ¿No se acuerda de aquel anterior alcalde que decía que técnicamente es más barato pagar nueve centavos por copia que pagar solo tres centavos?
– ¡Chuta! ¡Pero ahí se notaba clarito que había chanchullo, compadre!
– Pues, esperemos que en esta oportunidad no haya oscuras maniobras detrás de esas negociaciones, compadre; tales como pagos de favores de campaña o algún cahanchullo como usted dice.
– Sí, compadre; porque es terrible lo que estamos viviendo en nuestro país, la inhumanidad de los malos funcionarios y los politiqueros de siempre. ¡Mire que aprovecharse de la pandemia para depredar aún más los fondos públicos, mientras nosotros estamos cada vez más desprotegidos!
– Tiene toda la boca llena de razón, compadre; no se dan cuenta que solo falta una pequeña gota para que ya el pueblo de veras se cabree y se arme aquí la grande, tal como está pasando en la Yoni
– Así es compadre; la gente está tan indignada que a la hora de la hora hasta le pierden el miedo al coronavirus.
– Esperemos, compadrito, que el señor Alcalde y todos los que integran el COE cantonal estén actuando con buenas intenciones y solo pensando en el bienestar de los enfermos; caso contrario, estaremos atentos para denunciar cualquier cosa chueca que por ahí aparezca.
– Y encima de eso, los COEs provincial y cantonal están peor que pareja mal casada; cada quien por su lado.
– Una muestra más de la decadencia a la que ha llegado nuestra sociedad; mientras más necesitamos de la unión y la solidaridad, solo vemos el más burdo egoísmo, el deseo de figuretear… ¡Yo no entiendo qué tiene esta gente en la cabeza!
– Han de creer que así les vamos a apoyar en las próximas elecciones… ¡¿Acaso nos creen idiotas o qué?!
– Así es compadre; la gente no se chupa el dedo; clarito se da cuenta de lo que pasa y por eso cada vez desprecia más y más a los políticos.
– Bueno, es que nosotros mismos somos los que elegimos a esos políticos.
– Porque no nos queda de otra, pues compadre. ¿Qué tal si no fuera obligatorio ir a votar?
– Pues a nadie le interesarían las elecciones y sería un mínimo de la población la que eligiría a nuestros mandantes y representantes.
– A pesar de ser obligatorio, en realidad es un mínimo de la población la que decide, los que tienen dinero; por eso, con este sistema, un pobre como nosotros jamás podrá ganar una elección popular; solo lo hacen los que tienen algún financiamiento por detrás.
– Por eso la política se ha convertido en un negocio.
– ¡Exacto, compadre! Y quien invierte en las campañas de los políticos espera multiplicar su inversión, de ahí proviene la desesperación de los funcionarios electos por hacerse a la menor oportunidad con los recursos del pueblo.
– Bueno, este coronavirus por lo menos ha servido para desenmascarar aún más a los corruptos.
– Claro, nos ha demostrado que la peor de las pandemias es la corrupción, y que hay que tomar decisiones efectivas para erradicar este mal para siempre, caso contrario nos iremos al abismo.
– Y usted, compadre… ¿No le tiene miedo al virus?
– No, compadrito, yo soy una persona muy saludable.
– ¿Hace mucho deporte y come sano?
– No. Soy saludable porque la gente me saluda mucho por la calle, y esa alegría me mantiene inmune a cualquier virus, especialmente al de la corrupción.