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¡Soplen hijo de Puyo!

por Andres Ortega

– ¿Y, compadre Indiscreto? ¿Qué tal de fiestas? ¿Qué le parecen? ¿Buenas, regulares o malas? ¿Cuál es su veredicto?

– ¡Buenas pues, compadre Ulbio! ¡Buenísimas pues! ¡Si hasta han resultado milagrosas!

– ¡¿Milagrosas dice?! ¡A ver! ¡¿Cómo es eso?! Y, ¿por qué dice semejante cosa? Si son fiestas de aniversario, no son fiestas de ningún santo.

– ¡Milagrosas pues, compadre! Pues, fíjese; un pregón como nunca, con más de ochenta comparsas…

– ¡Qué bárbaro!

– Síii, cosa que desde las cuatro de la tarde se extendió hasta casi las diez de la noche. ¿Cuándo ha visto semejante cosa? El alcalde feliz de que se ha logrado la unidad de la gente, la participación de Raimundo y todo el mundo, y que eso demuestra la aceptación que tiene a su gestión.

– ¡¿Hasta las diez durarían las comparsas?! Yo solo hasta las siete aguanté; de allí ya me dio hambre y me fui para la casa.

– ¡Usted como solo en comer piensa! ¿Qué no ha escuchado lo que se dijo de que no solo de pan vive el hombre? También hay que disfrutar de la fiesta, recrear la vista, engordar los ojos, compadrito.

– ¡Pero no comí pan!… Sino pollito.

– Me refiero a que no solo hay que alimentar el cuerpo, sino también el espíritu. ¿No ve? Otro milagro fue la elección de la reina.

– ¿Y cuál fue el milagro ahí? Yo no asistí porque, dije, va a resultar como el pregón; con un total de ocho candidatas pensé que eso es para desvelarse toda la noche, y a mi edad yo ya no estoy para esos trotes.

– El milagro fue que esta vez no hubo reclamos, inconformidades, ni volada de sillas por los aires, como en otras ocasiones. El evento estuvo bonito y la gente disfrutó. ¡Y hasta bailó con las canciones de La Toquilla! Con música ecuatoriana que puso a saltar a todo el mundo.

– ¡Ele! ¡Eso si que es un milagro! Porque en otros años, con menos candidatas, ya se armaban los bochinches: que hubo fraude, que esa no debía ganar, que la mía estuvo mejor, que le hacen ganar a la ñuta, que todo estuvo amarrado y no sé cuántas cosas más.

– Y, el tercer milagro fue que la fiesta ha logrado lo que nadie había logrado hasta ahora: ¡La unidad de las autoridades! Tener a los asambleístas sentados juntos, juntitos, como nunca gritando: “ ¡Viva Puyo!”

– A ver, compadre. Cuente bien ese chisme. ¿Cómo estuvo esa fritada de que los asambleístas han comido juntos?

– ¿No ve que, los asambleístas, desde el inicio iniciaron mal? El uno por un lado y el otro por otro lado, como que no fueran de Pastaza. ¡Claro! Como los dos son de movimientos antagónicos, el uno del movimiento del actual prefecto y el otro en cambio como ex prefecto. ¡¿Dónde ha visto usted que un ex se lleve con el titular?!

– ¡No pues! Si los dos parecían rieles de tren, que nunca se podrían juntar.

– ¡Ni siquiera eso compadre! Las líneas del tren por lo menos avanzan, aunque de manera paralela. Tienen un objetivo común, que es permitir el paso del tren y la movilidad de los pasajeros para que lleguen rápido a su destino. En cambio, ellos avanzan, pero de manera para lelos; el uno para un lado y el otro para otro lado. Antes, ¡¿cuándo los ha visto usted juntos en algún evento, programa o actividad?! ¡Nunca!

– Y, según usted, ¿cómo se hizo ese milagro de poder tenerlos juntos?

– El milagro lo hicieron los moradores del barrio El Dorado. Han hecho un pastel con el nombre de la ciudad y los números del cumpleaños 125, y los llamaron y los pusieron juntitos a Jaimito el travieso en la vela del 1; el alcalde en medio en el 2, por si las moscas, vayan a darse un codazo; y el semillita en el cinco. Y a la voz de “¡tres!” les dijeron: “¡Soplen hijos de Puyo!”. Y, como si son verdaderos hijos de Puyo, soplaron como unos angelitos ganándose el aplauso del público.

– ¡Chuta! Esa escena sí que ha estado conmovedora. Solo el imaginarme verlos juntos me parece un verdadero milagro; más aún que hayan soplado las velitas cogiditos de las manos, como verdaderos hijos de Puyo.

– Son los milagros de la fiesta compadre. Si así comenzamos, ¡¿qué tendremos más adelante?!

– Y eso que al alcalde todavía no se le hace el milagro de conseguir los recursos para la construcción del Cristo Redentor; porque, con Cristo más encima de Puyo, los milagros serán de manera cotidiana.

– Oiga, compadre, lo que si sería un milagro es que su mujer lo deje salir para pegarnos un sorbito de Puro Puyo ahora en estas festividades. Con lo encerrado que lo tiene, yo creo que ya debe solicitar un habeas corpus, ahora que el término se está poniendo de moda, jeje.

– No se crea compadre, estoy haciendo méritos para que me deje salir y se me haga el milagrito. Así que mejor asomarase, compadre, para festejar a la ciudad como verdaderos hijos de Puyo.

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