Por: Edwin Mosquera G.
Entre bombos y platillos tras la celebración de la posesión, el flamante primer mandatario dio a conocer el Decreto Presidencial que eliminaría la mal llamada “Tabla de consumo” de drogas, indicando, según su neófito criterio, que la tabla vigente desde una década atrás constituía uno de los elementos “más tóxicos” para la sociedad, porque fomentaba, según el nuevo líder, el microtráfico al servir como mecanismo de evasión para que los traficantes expendan las sustancias en pequeñas cantidades en escuelas y colegios, creando “una generación entera de niños adictos”.
Se ha inmolado la sapiencia y se ha dejado llevar por la ignorancia, desconociendo el criterio de la Organización Mundial de la Salud y de diversos tratados y convenios internacionales, en los cuales, el Ecuador es parte y se indica, que el consumo de sustancias psicotrópicas y estupefacientes es un problema social, así como se ha identificado a sus consumidores como enfermos adictos, y para tu tratamiento, manejo y erradicación; no se necesita un programita de información, prevención y control de consumo, más que nada sabiendo que la condición de un adicto lo obliga a manejar este tema desde su génesis y dominar todo artilugio con la sustancia.
Esclarezcamos un parámetro central, la tabla que contenía los parámetros máximos de porte, establecía una diferenciación entre el consumidor y el expendedor, ósea de quien es una persona padeciente de una patología y de su dealer, mas no, como se pretendió presentar a la sociedad, que esta tabla consentida el consumo prematuro de droga.
Pues bien, el artículo 364 de la Constitución vigente señala que las adicciones son “un problema de salud pública” y aclara que en “ningún caso se permitirá su criminalización ni se vulnerará sus derechos constitucionales”, entonces utilizando la retórica de litigante, acaso se está pretendiendo PENALIZAR EL CONSUMO DE DROGAS o todavía no se entiende la aplicación de la tabla después de casi 10 años de su publicación y su reforma.
Zapatero a su zapato, como dice el pueblo, las cosas no se hacen la voz del carnaval, se necesita un análisis técnico de los profesionales inmersos en la problemática, no pretender firmar decretos y repartirlos cual volantes en la esquina del parque, no se está analizando la privación de libertad de objetos, si no de seres humanos que por diversas circunstancias han decidió acogerse en el consumo y que ahora por la gracia y la iluminación de una propuesta de campaña se pretende penalizar una adicción.