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También existen los años seismesinos

por Andres Ortega

– Oiga, compadre Indiscreto… ¿Le puedo hacer una adivinanza?

– Bueno, compadre Ulbio… A ver… ¡Échemela!

– ¿Qué tienen las mujeres una vez al mes y que les dura 3 ó 4 días?

– ¡Pues, fácil!… El sueldo del marido…

– Sí, tiene razón, compadre; el sueldo hoy en día no dura nada.

– A menos que sea juez…

– ¿A los jueces si les dura su sueldo?… ¡Deben ganar bastante bien!

– El sueldo es lo de menos; porque aunque en el edificio judicial haya unos lindos carteles proclamando que la justicia es gratuita… ¡Vaya a ver usted las guitas que por ahí circulan!…

– ¿Usted se refiere a “guitas” como dinero?

– ¡Claro pues, compadre! “Guitas” es una palabra que proviene del árabe. ¿A poco no sabe usted cómo se dice “cobrar sobornos” en árabe?

– Mmmm… Pues, no sé… ¿Cómo se dice?

– “Vr… guitas”

– ¡Oiga, compadre! Eso suena medio malcriado.

– Pues más malcriados son aquellos jueces que en todo caso andan viendo primero las guitas dejando a la justicia en un plano secundario.

– Y no se olvide del whisky, que les ha sabido encantar.

– Bueno, eso sirve solo condimento; porque cada trato que se haga en nombre de la Justicia tiene que celebrarse y brindarse.

– Pero al juez que le sorprendieron intentando sobornar a otro con harta plata y dos botellas whisky, dicen que solo le van a condenar a un año de prisión…

– Menos los atenuantes, compadre…

– ¿Cuáles atenuantes?

– Pues, que si observa buen comportamiento, o sea si se comporta como niño bueno, capaz que le rebajan la pena a la mitad, o sea le dan un “año seismesino”.

– ¡¿Qué’s pues eso!

– Un año de tan solo seis mesitos… Y sí por ahí logra agraciar a sus juzgadores con más whisky capaz que le rebajan dos mesitos más…

– ¡¿Será, compadre?!

– ¡Claro, compadre! ¿Acaso no ha oído usted que el alcohol rebaja las penas? Pues, ahora vamos a comprobar si esa premisa, tan presente en nuestra música nacional, ha sido cierta.

– Pero si fuera un pobre que robara una lata de atún porque tiene hambre… ¡Capaz que le mandan siete años al calabozo!

– Lo que pasa es que muchos magistrados que tienen rabo de paja deben hacer un esfuerzo y contenerse de condenar a un colega suyo porque podría éste también resultar perjudicado… Ya asomará algún pobre que haya robado una lata de atún con quien desquitarse.

– ¡Qué barbaridad! ¡Solo les importa la plata y nada más! ¡No les importa ni el daño que causan a la sociedad en su conjunto!

– ¡Calle nomás, compadrito!… Ni siquiera tienen patria, ni tan siquiera aman a la tierra que les vio nacer; poner en peligro los últimos paraísos naturales que nos quedan por unos cuantos dólares…

– Sí, querer matar el hermoso río Piatúa solo por satisfacer su codicia…

– Tiene usted toda la boca llena de razón, mi estimado compadre; y ahora la misma situación destructiva la está viviendo nuestra vecina provincia Napo, en Arosemena Tola… Por eso ha sido el apuro, los sobornos, todo el entramado…

– ¿Para lograr que se construya la hidroeléctrica?

– ¡Pues claro! Porque necesitan dar energía eléctrica a la empresa minera para que avancen con su daño a la Pachitamama.

– ¡¿Y qué ganamos nosotros con todo eso?!

– ¡Nada pues! Cuando todo quede destruido, ni siquiera las migajas que nos dejen esas empresas servirán para tratar de revertir todo el daño y la escasez que nos espera; nuestros hijos tendrán que sufrir para conseguir un poco de agua pura.

– ¡Qué bestias somos los humanos! Teniéndolo todo para vivir sana y maravillosamente, preferimos destruirlo para transformarlo en un papel que dizque representa dinero…

– Y el cual, al final ni siquiera podremos comérnoslo cuando ya nada quede en este mundo… Pero bueno, mientras podamos por lo menos vamos a pegarnos nuestro volqueterito…

– ¡Vamos pues, compadre! ¡Esa es la voz que me alienta!

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