– ¡Elé! ¡¿Qué’s pues?! ¡Qué ha de ser!
– ¡¿Qué le pasa, compadre Indiscreto?! No haga asustar pues.
– Es que, vea compadre Ulbio, nosotros compadecidos con el señor Paguay. Que pobrecito, que lo dejaron sin pan ni pedazo, que lamentablemente quien da de comer a perro ajeno al final pierde el pan y pierde el perro, que siendo director del partido de papá Lasso no le dejaron ni las sobras…
– ¿Y acaso no ha sido cierto todo eso?
– No pues. Si nos ha tenido guardadas varias sorpresas.
– A ver, a ver… Explíquese bien, compadre.
– Pues resulta que ahora resultó más vivo que el color de los zapatos del Guille, y de manera silenciosa ha ido fraguando un gran plan para ir ganando los mejores puestos no solo para él, sino también pasa su familia.
– Pero… cuente, cuente. ¿Cómo está ese asunto?
– Primero fue su hija, Arito Paguay; que, como se dice, sin saber leer ni escribir apareció como directora de la ANT. y cuando le preguntan sobre ciertos rumores al papi, como director de Creo, dijo: “¡NO LO CREO!”… Y se hizo el desentendido…
– ¡¿Y después…?!
– Luego, cuando el rumor resultó cierto, dijo que él, si bien es cierto es el papá, no tiene nada que ver. O sea que el cargo le cayó del cielo como una bendición de Dios…
– Para que vea que los milagros sí existen cuando se cree..
– Pues yo no lo creo, compadre… Sobre todo cuando se trata de Creo; pero aquí el milagroso es el hombre de los zapatos rojos y no de divinidad alguna.
– Bueno, compadre. Pero… ¿Qué mismo hay con la pequeña Paguaycita?
– Dice Paguay que su hija ha nacido en Creo, creció creyendo en Creo, que es amiga personal del mismo Guillo Lasso el cual es un genial padrinazo; siempre le apoyó en las tres campañas. Como quién dice, el cargo se lo tiene bien merecido.
– Para que vea compadre, que apoyar en las campañas electorales es más importante que una buena preparación estudiantil.
– Cultivar la mente es una tarea que lleva mucho tiempo, años incluso, en cambio una campaña… ¡¿Cuánto dura?!… Pero bueno, así es la política; por eso estamos como estamos.
– Y testigos somos que los políticos hacen más milagros que los santos.
– Así es, compadre. Pero quédese amarillo, porque ahora, a los pocos días, viene el segundo milagro…
– ¡¿Un segundo milagro?! A ver, a ver… ¿Cómo está eso?
– Y en esta vez el regalo del cielo es para el propio papi, designado ahora como Secretario Técnico de la Circunscripción Territorial Amazónica, o sea lo que nosotros conocemos como CTA.
– ¡Ele! ¡Qué’s ps! ¿Y qué dice al respecto?
– ¡Que tampoco sabía nada! Que fue seleccionado dentro de una terna y después de un “de tin marín de don pingüé”… ¡Zas! Que sale elegido. Bueno pues, ese día amaneció con suerte, jeje.
– ¿Y ahora? ¿Que dirá don Guillo Lasso? ¡Con semejante caso! Papá e hija con tremendos cargazos… Y ahora el código de ética que decretó él mismo a fin de evitar todo lo que significa nepotismo.
– Bueno, las malas lenguas, que son buenas para meter cizaña, dicen que el papá, como director del partido, ya se sintió dueño la provincia…
– ¿Dueño de la provincia?
– Sí, y como patrón de hacienda le dijo a la hija: “Pídeme lo que tú quieras, hijita… ¿Qué quieres que te de? ¿El Mies o la ANT? La CTA no te doy, porque allá voy yo mismo como el dueño de la hacienda que ahora soy”, jejeje…
– ¡Qué malas esas lenguas!
– Sobre todo las lenguas políticas. Fíjese que la política es semejante a la religión…
– ¡¿Semejante a la religión, dice?! ¡¿Pero cómo va a ser eso posible?!
– Así es, compadre. La diferencia es que en la religión cada uno confiesa sus pecados; en cambio en política cada uno confiesa los pecados del adversario.
– En eso sí tiene toda la boca llena de razón, compadre.
– Pero ahora mejor vamos a llenar la boca con un delicioso volquetero, compadre.
– ¡Vamos pues! Quién ha dicho miedo…