– Hola, compadre Ulbio, ¿también de nobita festejando el triunfo? ¡¿Usted votaría por Noboa pues?
– Este… bueno… verá pues, compadre Indiscreto…
– Ya, ya; no se me enrede, le entiendo. Aunque no se haya estado ni en la campaña ni en el voto, nunca hay que faltar a un festejo; sobre todo para no quedar mal parado.
– Así es, compadrito; y más aún si nos amenizan el festejo con unas buenas chirisiquis como las de Alto Voltaje.
– Nomás, cuidado se me electrocute compadre; ya sabe, ver y no tocar o ya sabe lo que le espera en la casa.
– ¿Y usted? ¿No se une al festejo?
– No compadrito; yo nada más estoy de pasada. Porque, si no se queda mal parado a la entrada se queda a la salida.
– Pero, ¿por qué dice eso, compadre?
– Porque lo mismo que sucedió con Lasso; por no permitir que gane el correísmo votaron por el menos malo y resultó ser el pior, y luego ellos mismos salieron a gritar: ¡Gobierno inepto! Jijiji. Ahora la historia se repite.
– O sea, ¿usted no cree que Noboa haga un buen gobierno?
– Esperemos que sí, por el bien de nuestro país. Pero es mejor mantener la prudencia, no vaya uno a terminar embarrado y que después le estén tirando reproches en la cara.
– Pero, es que todos andamos desesperados con la situación económica, todo está jodido.
– Así veo, compadre; hay tanta desesperación que hasta antes de la primera vuelta poco se conocía del candidato Noboa, en Pastaza no había ninguna sede del partido, ningún dirigente y menos coordinador de campaña.
– Pero cuando pasó a segunda vuelta ahí sí…
– Claro, ahí vuelta exageraron; aparecieron demasiados dirigentes, demasiadas sedes, demasiados coordinadores. ¡Todos queriendo pescar a río revuelto! O, como se dice, queriendo llevar el agua a su molino.
– Pero, ahora, una sola sede se adueñó del show y no dio chance a los demás.
– Claro, porque estaba anunciada una gran concentración en la concha acústica del malecón; pero ya veo que no fue tal.
– Oiga, compadre, visto como está el panorama, no quiero ni imaginarme como sería la repartición de los cargos, creo que allí sí se va a armar el despelote.
– Nomás que se van a quedar toditos con los churos hechos; porque ya se pronostica por ahí que el verdadero dueño del circo será un asambleísta, y los puestos vendrán desde la Asamblea y no desde Carondelet. ¡Ahí sí! ¡Otro despelote!
– ¡Lo mismo de la otra vez! Ojalá y les den chance a los nobitas, más que sea un mesito al final del mandato, jeje.
– Como quien dice, un premio consuelo, lo mismo que les pasó a los lassistas verdaderos, que les dieron espacio nomás porque ya no hay el asambleísta intermediario y porque ya se va el gobierno.
– Se ve, compadre, que si todos los que estamos festejando aquí somos los nobitas, entonces… ¡¿El asambleísta será el Doraemon?!
– Así mismito, compadre. Él será quien saque de su bolsillo mágico toda clase de recursos milagrosos para mejorar la vida…
– ¿Del pueblo?
– Bueno, de una parte del pueblo: de sus panas y allegados.
– ¿Y el resto?
– ¡Ahí síiii…! El resto, como siempre, tendrá que seguir esperando hasta que haya una nueva elección; mientras tanto deberá arreglárselas como pueda.
– ¡Chuta! Entonces, a uno pobre nunca le ha de llegar la oportunidad.
– No se desanime, compadre; porque el mundo está en una era de grandes cambios, y capaz que después de tanta guerra y broncas, por ahí surge el cambio que todos los pueblos del mundo anhelan con desesperación.