Por Guido Calderón
El Camino de Santiago tiene muchas variantes: el camino francés, inglés, portugués, de la plata, primitivo, etc. y estos pueden tener diferentes inicios que suman miles de kilómetros recorridos por peregrinos rumbo a Santiago de Compostela, que recibe 300.000 viandantes anuales junto a 2,7 millones que vienen en avión, bus, tren o coche.
Desde hace 1000 años, viajeros de lo que ahora es Europa, han hecho el camino por motivos religiosos, luego por naturaleza, ejercicio, espiritualidad, penitencia, etc; y estos peregrinajes que hermanaron en Santiago de Compostela a personas de naciones enemigas, fue la esencia de la actual Unión Europea que tiene una vasta red de trenes y aeropuertos que facilitan la conectividad económica, cultural y turística.
En Latinoamérica esta conectividad no existe. Los trenes fueron desmantelados, no hay vuelos este – oeste y los norte – sur son caros; es más barato viajar Quito – Miami que a Buenos Aires. Lo paradójico es que los partidos políticos, mantienen una extensa burocracia internacional bien pagada, que trabaja por una unidad que retrocede a pesar de gobernar al mismo tiempo ideologías que alientan un supuesto hermanamiento latinoamericano: la patria grande; pero siendo mantienen peligrosas fronteras anti turismo, igual de atascadas que hace 50 años, sin trenes internacionales, con restricciones que alientan el contrabando y grupos delincuenciales autónomos que tributan a los funcionarios de turno.
Parlatino, Aladi, Prosur, Celac, CAN, Mercosur, Unasur, ALBA, ALCA y un largo etcétera nos cuesta mucho dinero, pero no hay indicio de unidad real, porque leyes comunitarias anularían dictaduras progresistas que no entregan el poder e incomodarían la corrupción de nuestros políticos. Hoy Venezuela, Colombia, Perú, Chile, Bolivia y Argentina, tienen regímenes que dicen promover la patria grande sin fronteras. Pasan a los hechos o sigue siendo más fácil hacer turismo a USA o Europa que con los imaginarios “hermanos”./GC