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TURISMO A LA RESISTENCIA

por Andres Ortega

Por: Guido Calderón

Cuando Caín el primogénito de Adán y Eva, con una mandíbula asesinó a Abel, la humanidad perdió el aporte que éste habría dado. La víctima más famosa de la historia murió a manos de su envidioso hermano mayor, cuyo nombre constituye un insulto atroz. Caín fue marcado para que nadie lo castigara y condenado a vagar; llegó a la tierra de Nod donde edificó una ciudad llamada Enoc en honor a su hijo; es decir: vivió y procreó.

En la actualidad, nuestro sistema judicial también se protege a los asesinos y nada se hace por las víctimas; de hecho, protegerse con un arma, gas o choque eléctrico, es un delito grave.

Hace unos meses se vivió una escena dantesca en un hospedaje de Esmeraldas. Los delincuentes ubicados frente a la fila de habitaciones, pateaban hasta tumbar cada puerta, mientras de su interior salían gritos de pánico de mujeres y niñas, aterrorizadas ante su posible muerte, violación o secuestro. Los criminales forzaban las puertas con la calma y certeza que nadie en su interior tenía un arma, pues de haberla tenido, un solo disparo los hubiera hecho huir.

Todos los días vemos videos de asesinatos en las ciudades de Ecuador, donde las víctimas son acribilladas en frio; ninguna saca un arma y se defiende porque las actuales leyes socialistas impiden proteger nuestras vidas, argumentando que el porte ciudadano de armas decantará en muertes de inocentes, dando a entender que todo asesinado es culpable de algún delito, lo que justifica su exterminio.

Las Fuerzas Armadas impedidas de actuar, los judiciales de parte de los criminales al igual que la mayoría de asambleístas, el Ejecutivo prisionero de su indecisión, a la ciudadanía honesta y trabajadora no nos queda otra opción que conformar Fuerzas de Resistencia contra la delincuencia: en cada cuadra, en cada barrio, en cada escuela y colegio, también en las empresas. No necesitamos armas de fuego, requerimos unidad y solidaridad. No más Abeles.

La obra más importante de Dios es la vida y nadie tiene derecho a quitarla, así las leyes y sus hacedores, lo permitan.

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