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TURISMO EN LA SALA DE ESPERA

por Andres Ortega

Por Guido Calderón

Antes de la cuarentena, el 90% del hotelería del Ecuador tenía una ocupación promedio del 20% o menos, por la competencia de los hospedajes domésticos, por el mal concepto y pésimo diseño de gran parte de la hotelería no empresarial, que construyen en campos y ciudades, impulsados por la emoción más que por estudios, tendencias o porque alguien de la familia se tituló en turismo en universidades divorciadas de la realidad.

También deprimía al sector su falta de digitalización, que aun después de la marcha forzada en el mundo virtual que significó la pandemia, una gran cantidad de hoteles no tienen su información básica en internet, lo que dificulta sino imposibilita, que se renten sus servicios.

Una crisis económica, no desaparece la masa monetaria, la cambia de bolsillos. El dinero que perdió el turismo se trasladó a otros sectores que hoy tienen excedentes: la burocracia, salud privada, industria de los plásticos, servicios de delivery. Los restaurantes que tenía sitios alquilados y el propietario no rebajaron ni extendió plazos; cerraron, pero no todos quebraron, muchos venden ahora por redes más que antes, lo que deprimió al sector inmobiliario comercial.

Nos quieren imponer el turismo comunitario mientras sus líderes amenazan al país con nuevas movilizaciones que nos recuerdan la destrucción de Quito y la paralización del país; sin la cual más hoteles habrían sobrevivido a la cuarentena. El Ministro de Turismo ha tenido una salida democrática al anticipar la promoción del Turismo Rural, que abre más opciones y no excluye a nadie.

Da la impresión que el gobierno asume que todo está bien, pues la recuperación turística se está dando, pero en desigual. Por la alta demanda, los hospedajes domésticos están más caros que los hoteles. Baños de Agua Santa está tan concurrido como antes de la pandemia, porque su planta turística se ha renovado y atiende todos los días; no así Mindo donde muchos hospedajes solo abren fin de semana y las fincas vacacionales son una gran competencia.

El empresariado hotelero y agencias de la mayoría de ciudades, continúan esperanzados en superar la crisis y evitar la quiebra con los préstamos a bajo interés que por ahora solo se ofrecen al agro. El dialogo fluido que iba a existir con las cámaras es esporádico y tampoco se prevé recuperar su obligatoriedad. Proyectos como recuperar el tren, convertir un medio incautado en un canal turístico las 24 h00, eliminar impuestos como el 2%, el fondo de promoción Ecodelta, supresión de trámites, deudas con IEESS, SRI, CFN; control de la ilegalidad en guianza y transporte, IVA al hospedaje colaborativo, el turismo como Política de Estado, que el MINTUR tenga un presupuesto decente, eliminar las gerencias regionales y recuperar las provinciales; siguen en el limbo, en un gobierno que alarga la transición, demora los cambios y nuestro ministerio se percibe como el más lejano al Presidente

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