– ¡Oiga, compadre Indiscreto! ¿A donde va con todos esos fierros?
– Pues, voy a fabricar baches para carretera, compadrito Ulbio.
– ¿A fabricar baches dice? ¿Cómo y para qué? No le entiendo.
– ¡¿Pues acaso no ha visto que nuestras calles y carreteras están llenas de baches?!
– Claro que he visto; pero yo pensé que esos baches se hacían solitos y no que era necesario fabricarlos. ¡¿Para que una calle va a necesitar baches?!
– Vaya, compadre Ulbio… ¡Usted sí que no sabe nada de la vida! Antes los baches solo servían para fastidiar a los conductores o provocar percances y accidentes; pero ahora tienen otra utilidad.
– ¡¿Otra utilidad dice?! ¡¿Y qué utilidad puede tener un bache?!
– Pues, ahora los baches sirven para dar quehacer a los concejales, para que no se aburran.
– No le entiendo qué es lo que me está tratando de decir, compadre. A ver, dibuje.
– Fíjese compadrito que hay un edil que al parecer aún no se ha enterado de cuál es la labor que debe realizar un concejal, así que mejor se ha dedicado a la ingrata tarea de bachatear.
– ¡¿De bachatear diceee?!
– Es decir, a tapar baches.
– Entonces, más bien querrá decir “bachear”.
– No, no quiero decir que el concejal sea un “bachero”, quiero decir que es un “bachatero”; porque ahí suena más alegre. ¡Y viera cuán alegre sale a las calles con bailejo en mano a tapar baches por su cuenta y riesgo.
– Oiga; pero, esa es una labor que deberían hacerla los trabajadores municipales y no un concejal, él no está para esas cosas.
– Sí; pero, como dice que como el Municipio no lo hace, entonces todo corre por su cuenta.
– Bueno, yo no veo nada de malo en ello; si el hombre, en su calidad de ciudadano, quiere contribuir voluntariamente al arreglo de las calles me parece bien que lo haga.
– El problema es que, si por un lado tapa los baches de las calles, por otro lado se abren los tremendos baches de los escándalos municipales. Como por ejemplo; que hay división entre concejales de mayoría y de minoría, que el Municipio le ha negado al prefecto la transferencia de competencias para que pueda asfaltar una calle por el simple celo político o que la mayoría del concejo haya aprobado el incremento de la taza del pago de recolección de basura afectando a la escuálida economía de nuestro golpeado pueblo y sin previa socialización…
– ¡Virgen santa! ¡Esos no son baches! ¡Esos son cráteres!
– Tiene toda la boca llena de razón, compadrito. El caso es que así se andan abriendo horrendos baches que le dejan muy mal parado al alcalde Oz.
– De modo que, lo que tapa por un lado lo destapa por el otro, jejeje.
– Así mismo es, compadrito.
– ¡¿No ve, compadrito?! ¡Y encima usted quiere ir con esos cachibaches a hacer más baches! No sea malo compadre… ¿Acaso no quiere darle descanso al pobre concejal bachatero?
– ¡Al contrario, compadre! Quiero ayudar al concejal.
– ¡Pero, cómo le va a ayudar de esa manera! En lugar de ayudarle a tapar los baches mejor va a crear otros nuevos.
– ¿Qué no ve, compadre, que con esta acción el sacrificado edil está ganando protagonismo político? Así que la ciudadanía tiene que verle tapando baches por aquí y por allá.
– ¿O sea que usted quiere hacer nuevos baches para que más gente le vea tapando baches?
– ¡Claro pues, compadre! Y hasta en los barrios en que no hay baches tiene que ir a tapar baches… ¡Es una buena propaganda! A lo mejor, si sigue así, hasta llega a ser alcalde.
– Y cuando sea alcalde… ¿Seguirá tapando baches?
– Eso dele por hecho. Porque la política es eso: abrir baches por un lado y tapar baches por el otro. Por eso, aunque un alcalde no tape los baches de sus calles y carreteras, sí tiene que tapar muchos baches en otros ámbitos.
– O sea, los baches invisibles.
– Más bien serían los baches intangibles de la política.
– ¡¿Y eso con qué se come?!
– Intangible es algo que no puede ser tocado; y como los políticos se creen intocables…
– Bueno, lo que yo quiero es algo que sí se pueda tocar, y además que se pueda comer; porque estoy tan hambriento que parece que tengo un bache en el estómago.
– Y como ese bache de su estómago no ha de querer tapar el concejal, mejor lo hago yo. Así que vamos y le invito a comer un volquetero a los tiempos.
– ¡Pues vamos, compadre! Quien dijo miedo.