– ¡Compadre Ulbio! ¿A dónde va tan presuroso y… qué lleva allí bajo el brazo?
– ¡Shhh, compadre Indiscreto! Aquí entre nos, compadre, le vendo el gallo.
– ¡¿El gallo dice?! ¡¿Qué gallo pues?! Compadre, ¿de qué me está usted hablando?
– De este gallito que llevo escondido, compadre. Pero calladito de mi mujer, le vendo el gallo.
– ¡Ah macabro compadre! ¡No me diga que le robó el gallo a su propia esposa! ¡No puede ser! ¿Qué clase de marido es usted?
– No es lo que piensa, compadre. No le he robado nada. Simplemente quiero deshacerme de este gallo pendejo que recién aprendió a cantar, pero canta muy madrugado y no me deja dormir bien. ¡Qué gallo más pesado!
– Ya entiendo compadre. ¡Con razón le veo con cara de malanochado! Lo vende como quien dice por venganza, porque no le deja dormir; entonces quiere que vaya hacer bulla a otro lado y en eso me quiere lanzar el bulto a mí… ¡Compadre desalmado!
– Es que, apenas canta el gallo y mi mujer ya me despierta: “¡Levántate que ya está amaneciendo! Ya están cantando los gallos”. Yo le digo: “Pero mujer, déjame otro ratito, que no por mucho madrugar amanece más temprano”. Pero se arma el alboroto; el gallo canta, mi mujer cacarea y toca mejor levantarse, con el suelo a medio palo.
– ¡Jesús, Virgen Santa, compadre! Esto está como en la política, unos gallos cantan, otros cacarean, pero el alboroto está empezando, como que por mucho madrugar amaneciera más temprano.
– ¡¿Ah, sí?! ¡No me diga compadre! ¿Y cómo está eso? A ver, dibuje, dibuje.
– Que ya se ve gallos cantando. Algunos en permanente campaña, como Jaimito “El travieso” por ejemplo; que es el que más está madrugando, no desperdicia tiempo, dizque ahora para alcalde se está postulando porque eso es lo único que le falta. Y, como dicen por ahí, que si se mete para reina de Puyo capaz que sale ganando.
– Si, lo escuché cierto día que estaba cacareando, aclarando que de las 36 obras por semana que se jacta el prefecto del ánimo, 34 quedaron ya contratadas en su administración; es decir solo están completando lo que él ya dejó iniciando.
– Ajá; pero el príncipe ya le salió al paso diciendo: “¡Allá que cacareen!”, que no está para hacerles caso; porque cuanto más hablan el responde con más trabajo.
– Y, dígame compadre, ¿qué otros gallos están cantando tan de madrugada?
– Los que ya están en campaña desde sus propios cargos y quieren seguir en el puesto unos de largo y otros escalando, el mismo principito, por ejemplo, que ya le gustó el puestito; y que para la alcaldía quiere meterlo al Pato, que, si bien no canta, pero ha de hacer algún garabato. También tenemos al Rambo que a la prefectura quiere dar el gran el salto, pero ahora sin redentor, ni santo que le haga el milagro.
– ¡Pero esos son gallos viejos de la política! Pero, ¿no habrá algunito como el mío, que apenas esté empezando a cantar?
– ¡Uf, compadre! ¡De esos tenemos un montón! Que si comienzo no termino de enumerarlos: así vemos al Jimmy Garcés que ya está calentando, está el Douglas Guzmán que también se está preparando, Mijaíl Álvarez que ya se ha disparado, Richard Falconí también me estaban contando; para Mera también hay quienes están madrugando como Cristian Chimborazo que otra vez lo está intentando y tenemos a Valeria Pozo que también está figurando, dizque viene con “Animo”.
– ¡Harto gallo mañanero! Pero, para la alcaldía de Pastaza si le veo como muy fregado ganarle a Jaimito. ¡Como que está bien complicado! No habrá pato, ni ganso, ni pavo que le salga al paso. Como usted dice, si se lanza para reina seguro que sale ganando.
– ¡Usted lo ha dicho, compadre! Está como muy pesado, y si va por Pachakutik peor, se pone más fuerte el gallo. ¡¿Quién contra él?! Ni por más que vengan con todo el ánimo.
– Bueno, mejor atiéndame a mí, compadre, ¿me compra o no mi gallo?
– Chuta compadre, ¿Y para qué quiero yo un gallo? Si quiere deshacerse del suyo, escuche lo que estoy pensado, démosle el vire y hagamos un buen caldo y así comemos iguales, a cada uno un buen plato.
– ¡¿Y usted qué dijo?! ¡Ya me salió de gratis el almuerzo! ¡Chiiii! No, mi compadre, mejor regreso mi gallito a su corral, porque prefiero sufrir yo el martirio de su canto antes que martirizarlo al pobre. Sí quiere caldo de gallina, ya se lo han de dar los gallos de la política.