Hacer eso es mucho más complejo que repartir raciones y decirnos “Si te contagias la culpa es tuya”.
La pandemia por el Covid 19, ha degenerado tres corrientes que confluyen en una misma gran crisis: Sanitaria, económica y social.
En procura de contener la crisis sanitaria, por más de dos meses estuvimos en cuarentena, dentro de la campaña “Quédate en Casa”, que, si bien era bien intencionada, agudizó la crisis económica.
La mayoría del pueblo que no tiene un empleo con sueldo seguro en el sector público y que, por el contrario, vive del día a día, tuvo la necesidad de ingeniárselas para tratar de llevar algo de sustento a su hogar, irrespetando muchas de las veces las normativas vigentes, provocando así un problema social que se suma al escaso conocimiento para llevar a cabo de manera efectiva las formas reales de proteger su salud.
Así, se ve todos los días, gente con la mascarilla mal puesta y en algunos casos sucia. Colocación de arcos de desinfección cuya efectividad no está clara, ya que el virus no se transmite por la ropa, por los zapatos, por llantas de los autos, ni siquiera por la piel de las manos, sino que está dentro del cuerpo de las personas contagiadas, que pueden transmitirla a través de las gotículas de saliva que salen de la boca y que pueden ingresar al cuerpo de otra persona por la nariz, ojos y boca.
Por eso, fueron inútiles los arcos de desinfección que el municipio colocó en algunos puntos y que terminaron retirándolos. Algo similar ocurre con los lavatorios de manos, tratando de inventarse una solución a algo que ya tenía solución, porque con el uso de gel antiséptico antes de ingresar a las instituciones y el buen lavado de manos al llegar al hogar, es suficiente. Habría que ver quien se benefició de esas adquisiciones.
Se necesitan entonces acciones reales y concretas para reactivar la economía, sin descuidar las aristas relacionadas a lo social y a la salud, lo cual va mucho más allá de quedarse en el facilismo de repartir raciones alimenticias como vimos que lo hicieron ciertas autoridades que se promocionaron en fotografías, como tratando de reemplazar a Santa Clause, antes de navidad, haciéndose los simpáticos, con plata ajena.
Claro está que estas acciones, son necesarias como respuesta de atención inmediata, pero podía haberlo hecho cualquier funcionario. La autoridad, tiene otras funciones: Planificar, organizar, evaluar. Lo criticable es que la mayor parte del tiempo, se han centrado solo en la entrega de raciones, y es entonces, cuando estaríamos hablando de una práctica de política clientelar que no soluciona nada a mediano o largo plazo, y es hacia allá a donde debemos apuntar, porque el problema del virus seguirá aún por mucho tiempo.
La acción del municipio debe ir mucho más allá de decirnos “Si te contagias la culpa es tuya”, dejando entrever de esta manera, que solo les interesa cuidar el costo político y la imagen de la autoridad de turno, quien seguramente tiene intenciones de seguir por mucho tiempo en el poder, como se ha hecho costumbre en nuestra localidad.
Fue triste que ver como la comisaría municipal, en cumplimiento de su trabajo, impidió y emitió clausuras a lo locales comerciales que, imposibilitados de mantener su anterior actividad económica, han debido cambiarla, sin que nadie les ofrezca las alternativas para que puedan trabajar con dignidad, siendo justamente, esos emprendimientos, la clave para salir adelante.
El pueblo requiere las condiciones necesarias para que, con el trabajo de sus propias manos pueda resurgir, sin depender de regalos que le solucionan el hambre de un día.
He ahí la tarea de los líderes resilientes que necesitan nuestros pueblos, quienes deben ponerse enfrente del problema y al frente de las personas, otorgándoles una adecuada orientación. A su vez, estos líderes necesitan estar bien asesorados, no por lo salameros de turno, de esos que siempre sobran y nunca faltan, pero que poca o ninguna ayuda brindan a la autoridad en momentos de crisis como la que estamos pasando y por el contrario, solo están preocupados en cuidar su puestito, para mantener su sueldo y quien sabe otros privilegios.
Así, la mirada debe enfocarse en los nuevos emprendimientos individuales y familiares. Para apoyarlos, es necesario eliminar las trabas, simplificar los trámites, rebajar impuestos. Es consabido que los requisitos para quienes tratan de formalizar sus actividades, por lo general, son tan engorrosos que se necesita gastar mucho tiempo y también dinero para poder cumplirlos. La tarea pendiente de las autoridades, aún es grande (O).