– ¡Ay, compadre Indiscreto! ¡qué bueno que por fin se acaba el domingo este circo de campaña que ya me tiene hasta el cogote!
– Parece, compadrito Ulbio, que este proceso electoral le ha afectado más que ningún otro.
– ¡Claro pues! Ya hasta parece que tengo coronavirus: dolor de cabeza, jaqueca, hasta vómito me produce tanta cosa fea que se escucha del uno para el otro y del otro para el uno… ¡Que barbaridad!
– Bueno; pero ahora toda la bulla se ha centrado en las redes sociales…
– ¡Uta, peor pues! Ya hasta da miedo tocar el celular: el insulto, la calumnia, la patraña, son el pan de cada día. ¿Será verdad? ¿Será mentira? Pero todos se sacan tanto los cueros al sol ¡que ya están quedando hasta encuerados!
– Lo que pasa, compadre, es que nos han ofrecido tanto y nos han incumplido que ya la gente no cree en ofertas de campaña; por eso los ahora cándidos candidatos han recurrido a denigrar al adversario creyendo que el pueblo va a votar por el que menos manchado llegue hasta el domingo.
– ¡Y cómo mienten, compadre! Dicen que han hecho campaña puerta a puerta y han tenido una gran acogida.
– ¡Esa sí es una patraña! Porque a mi puerta nadie ha llegado. De doce candidatos a la Asamblea por lo menos unito que hubiese tocado mi puerta sería mucho… ¡Pero nada que ver! ¡Ni las orejas!
– Y tanto dicen van a la Asamblea a combatir a la corrupción; a terminar con la vieja política del soborno, la coíma y la venta de votos.
– O sea que le van a dejar sin camello al hombre del maletín… ¡Y ahura qué va a hacer el pobre!
– También prometen que van a ser los políticos más honestos, puros y honrados que se hayan visto jamás. Que ni un centavo van a tocar de las arcas del Estado…
– Está mejor de que se candidaticen a la beatificación; porque ya solo les falta decir que son virgencitos y que orinan agua bendita.
– Jejeje… Y otra mentira que no se la creen ni ellos mismos es la de que se van a bajar esos sueldos onerosos, porque un asambleísta no puede ganar más que la mayoría del pueblo.
– Puras buenas intensiones que luego se deshacen una vez que cruzan el umbral de la puerta…
– Que también van a crear empleos, fuentes de trabajo, acabar con el hambre de la gente, como que a eso están llamados los asambleístas. Lo único que han de mejorar son sus ingresos y de los de su grupo…
– ¡Si no saben ni para que van a la Asamblea! Ellos con tal de ir y allá verán lo que hacen.
– Tiene toda la boca llena de razón, compadre; ejemplo de ello es lo que ha pasado en los debates, donde ninguno ha respondido con certeza a las preguntas. ¡Todo lo contrario! Un desconocimiento total de las leyes, de la función legislativa, de todo mismo.
– Así veo que salen con unas pendejadas que más que iras, da risa de escucharles.
– No ve a esa candidata que le preguntan: “¿Cuándo se firmó la Primera Constituyente?” Y responde: “Justo a esa clase falté”. Y al otro que le preguntan: “¿Cuáles son los órganos de la Asamblea?” Y lo único que responde es: “Paso”; y así por el estilo.
– Y eso que las preguntas se las han enviado con quince días de anticipación, que más que tiempo para prepararse creo que se han dedicado a buscar la forma de cómo joderle al contrincante.
– ¡¿No ve?! Mi amigo, el de la lista amarilla me salió más toreador que Paquirri, a todas las preguntas les hizo el quite; cosa que nosotros gritábamos: “¡Oooolee!” cada vez que le preguntaban algo.
– Es que es tan gente que mejor se fue por la tangente, compadre.
– Pero, los que más me decepcionaron fueron los que brillaron con su ausencia
– Sería por miedo o por el desconocimiento.
– Será el sereno, como dice la Chimoltrufia; pero nunca apareció la ex gober, la candidata bonita. Y a la otra bonitica que no le gusta la chicha tampoco le ha gustado debatir. El de patakuchik que dizque andaba a pata por las comunidades y al de cabeza pelada en forma de chupete tal vez le dio miedo de que le dejen más pelado, jeje.
– En fin, compadre, mejor que se acabe este circo, ya el próximo domingo tenemos que asistir a elegir payasos nuevos para que remplacen a los payasos que salen. Y así seguiremos, compadre, de payasada en payasada en la misma pendejada.
– Y el país en la fregada, por no decir una palabrota…