Por: Edwin Mosquera G.
Hasta antes de los años 90, considerarse una persona de un pueblo o nacionalidad dentro de la circunscripción ecuatoriana era hasta temeroso, por la discriminación que sufrían, las burlas e inclusive el aislamiento de una sociedad perversa y déspota que en su pensamiento se creían de una pseudo nobleza de las Américas, es más hasta eran víctimas de atropellos ante sus derechos humanos.
Pero ahora ser indígena, perdón no ser creerse indígena ha sido sujeto de tener más puntos en concursos de méritos y oposición, tener sobre consideración en ciertos criterios legales y hoy por hoy cualquier bastardo atreverse a mencionar que pertenece a un grupo indígena solo por obtener beneficios legales.
Si bien es cierto hay que reconocer a las personas que pertenecen a este sector ciudadano, aquellos que labran la tierra, a quienes defienden a la naturaleza y más aún a quienes saben que ser indígena no es solo creerse o ponerse un poncho, si no mantener una cosmovisión diferente enfocada al cuidado de la naturaleza, a no ser vago y a no robar, entendiéndose que las premisas primordiales para vivir en comunidad son estos.
Realmente debería considerarse como una infracción penal, a cualquier infeliz que pretende considerarse indígena para obtener un beneficio, y ser latigueados y ajusticiados como sus supuestas creencias. Mi saludo y respecto benevolente aquellos hombres y mujeres de poncho, amazónicos y de sombrero de paja, quienes sudan en la tierra en beneficio de su país, y mi repudio para aquel infame oportunista que se tilda de ind