Por: Edwin Mosquera G.
Estando cerca de la oficialización de los candidatos en la disputa para la nominación de autoridades seccionales, como es de esperarse los amarres y acuerdos se hacen notorios en ciertos círculos politiqueros, si en ciertos círculos, quienes ahora, ya no solo buscan atributos exuberantes pompis y tetas prominentes, sino más bien, colocar al primero que se asome, sea este apático y sin criterio, pero tiene la solvencia para financiar una campaña.
Cual adolescente en pleno desborde hormonal, las erecciones por la candidatura ya se hacen notorias, unos ya hasta están buscando a los funcionarios que van a trabajar, quienes suden la camiseta y como siempre el discurso utópico y bajo el brazo los favores que hay que pagar.
El poder primitivo y la representación de un falo ha tenido su auge desde el inicio de los tiempos, entonces, si el pene como símbolo de poder está acompañado de una vehemente erección que vislumbra y enceguece al candidato, que se puede esperar cuando sea proclamado como AUTORIDAD, recordando al prodigioso Freud quien menciona “la semántica de lo ominoso”, que para el ciudadano de a pie seria, el brutal comportamiento que salió a la luz.
En términos un poco más biologistas, si con solo la erección se aturde el ególatra, que pasara cunado descubra que una eyaculación emocional no solo es de poder si no fisiológica, acaso estaremos enfrentándonos a un tirano manipulado o a un dócil idiota.
Pues bien, continuaremos con las novelas politiqueras del país de Manuelito que capitula tras capitulo terminan en lo mismo en la historia del nunca acabar, la decencia y la capacidad no se mide en una papeleta o en un puesto, se la cultiva a diario.