– ¡Qué’s pues, compadre Indiscreto! ¡¿Qué le pasa que le veo contrariado?!
– ¡Ay, compadre Ulbio! ¡Me puse a apostar en las cartas y perdí todo mi dinero!
– Eso le pasa, compadre, por jugar en Viernes Santo.
– ¡Ele! ¡¿Y acaso el que me ganó estaba jugando en sábado de Gloria o qué?!
– En estos días sagrados, lo que usted debería hacer es cumplir como buen cristiano un periodo de reflexión y de buenas acciones.
– ¡¿A poco usted ha cumplido como buen cristiano?!
– Yo sí que he cumplido como buen cristiano; fíjese que el día Lunes Santo salí a mi balcón y me puse a cantar alabanzas al cielo; y lo hice tan bien que la gente detenía el paso para, emocionada, aplaudirme y… a la Virgen le cayeron dos lágrimas de la emoción.
– ¡Uuuuu! Eso no es nada; yo, en cambio, salí el día Martes Santo a mi balcón y comencé a cantar alabanzas al cielo, y lo hice tan bien que los aplausos de la gente se escucharon hasta en Baños; y el Cristo que estaba en la cruz se desclavó de ésta, se me acercó y me abrazó emocionado, y me dijo: “Tú sí que cantas bien, no como ese desgraciado que ayer hizo llorar a mi madre”.
– ¡Ya, ya! Deje de ser charlón… Ya se parece a nuestro presidente.
– ¿Y quién empezó con la charlatanería? Y no hable mal del Guillo, qué es el presidente más milagroso que hemos tenido.
– ¡¿Milagroso???! ¡¿Por dónde pues?!
– ¿Acaso no vio como se sube al avión en silla de ruedas y baja ya caminando? Además, es el único ser humano que se ha curado del covid en veinticuatro horas… ¡¿Qué hay más milagroso que eso?!
– Pero, ¿no dice que le quieren matar su reputación?
– ¡Qué le maten nomás! Reputación nomás es. ¡Total! Al tercer día ha de resucitar; porque bien milagroso es el Guillo.
– Milagro ha de ser que se salve de la destitución en el juicio político.
– Bueno, ya parte de ese milagro lo hizo la Corte Constitucional, al eliminar del juicio los puntos más fuertes como su ligazón al narcotráfico; y solo dejó el punto más débil para ver si así logra salvarse.
– ¡No me diga que esa corte también es milagrosa!
– Claro pues, porque trató de una manera el caso Glas y de otra manera muy distinta el caso Lasso, volteando milagrosamente la Constitución.
– Y no me va a venir a decir que el recorte presupuestario de la Ley Amazónica también es otro milagro.
– Ahí el milagro ha de ser que don Elías le siga acolitando después de semejante afrenta a nuestra querida Amazonía.
– Bueno, esperemos entonces que no se cumpla ese milagro; porque con tanto milagro del Guillo nuestro país más bien se hunde más y más…
– Y esperemos también que las nuevas autoridades electas también sean milagrosas, porque van a tener que hacer milagros con los presupuestos reducidos.
– Pues, para eso tenemos a Rambo; tal vez no haga milagros pero puede haber mucha acción. Como en las películas del Stallone.
– Y no se olvide del André, que semilla a semilla ha de ir sembrando cualquier cosita.
– Pero me da pena de los que se van, el Oz y el Jaimito. ¡¿Por qué no se lanzaron a la reelección?!
– Porque eso ya hubiera sido demasiado milagro, compadre; y no hay que exagerar tampoco.
– Esperemos, también, que alguna vez a nosotros también se nos cumpla el milagro de salir de la pobreza.
– Dios le oiga, compadre; y también que se acabe tanta corrupción, tanta injusticia, tanta violencia.
– Bueno, compadre; tengo que irme, y también voy a necesitar un milagro cuando llegue a casa.
– ¡Ele! ¡¿Y por qué pues, compadre?!
– Porque, hecho el chistoso, cuando mi mujer me preguntó: “Amor, ¿qué planes tienes para Semana Santa?” Yo le respondí: “Lo mismo que Jesús, desaparecer el viernes y reaparecer el domingo. ¿Y tú?”
– Y ella, ¿qué le respondió?
– Lo mismo que Judas, traicionarte.
– ¡Uuuuu, mi compadre! Jajaja. Mejor, para que el milagro suceda, vamos cantando la canción de la democracia…
– ¿Canción de la democracia? ¿Cuál canción es esa?
– Pues, democracia al Señor, democracia; democracia por su amoooor…