Inicio Entretenimiento ¿Acaso disparan los machetes y cuchillos?

¿Acaso disparan los machetes y cuchillos?

por Andres Ortega

– ¡Ay, compadre Indiscreto! ¡Qué miedo! ¿Sí se enteró las últimas?

– ¿Cuáles últimas, compadre? ¿La equis, la ye y la zeta?

– Yo estoy hablando en serio compadre. Me refiero al cuerpo de la chica.

– ¡Ah! ¡Ya sé! ¿Se refiere a las candidatas a Reina de Puyo? Oiga, compadre, ¡y usted qué tiene que andar fijándose en cuerpos de chicas! Despues, por qué le pega su mujer.

– ¡Qué candidatas ni que ocho cuartos! ¡Me refiero al cuerpo de la chica que hallaron muerta!

– ¡Chuta! ¡Ele! Ahora sí ya me hizo asustar a mí también.

– ¡Y cómo no! Si esta es la segunda mujer que se ha sido baleada. La semana pasada, otro cuerpo de mujer fue encontrado con un disparo en la cabeza.

– ¡Cuánta maldad y violencia se ha apoderado de nuestra sociedad!

– Y eso sin contar los otros asesinatos que se han dado en los últimos días; como el que pasó en pleno mercado Mariscal. Ahora hasta salir a hacer compras ya va a dar miedo. Ya, dejándose de cosas, esto es realmente preocupante.

– En eso sí tiene usted toda la boca llena de razón, compadre. Y lo que más me da coraje, es que los llamados megaoperativos parece que no están dando resultado.

– ¡Uuuu! Por más que salga la policía, los militares y eso de los operativo “Camex”, que no sé ni que significan.

– ¡Nada compadre! Si, por un lado, están haciendo los controles, por el otro se están mandando bala sin miedo, y elé un muerto por allí y otro difunto por allá…

– Lo irónico, es que mientras los militares se esfuerzan por hacer operativos de control de armas, más armados salen estos sicarios. ¿Cómo entiende eso, compadre? ¿Por dónde se les pasa las armas que los militares no las ven?

– Como quien dice, pobres milicos; por el ojo tuerto se pasan las armas y en sus propias narices se escuchan los disparos.

– Ni diga, compadre, que no sé si morirme de la risa o morirme de la rabia, el otro día veo en las noticias, el informe sobre los resultados de los operativos de control de armas y ¿qué cree compadre?

– ¿Qué? ¿Muchas armas decomisadas? ¿o qué?

– Apenas 3 machetes y 2 cuchillos y nada de armas de fuego que es con las que están matando a la gente.

– Ahora, los machetes serían para limpiar el monte de algún campesino y se lo quitan, luego los cuchillos ¿Desde cuándo ahora son armas letales?

– Yo siempre voy con mi machete al monte, elé ahora me van a quitar.

– No se crea compadre; si los cuchillos son como esos de matar puerco, y con lo gordito que está usted, se pueden confundir y le dan chicharon compadre,

– ¡Ya empezó compadre! ¿Ya ve? Con usted no hay como hablar de estos temas en serio porque siempre sale con algún disparate.

– Solo bromita, compadre, para amenizar la conversa. Así que no se me esponje. Está tan tenso con el miedo a la muerte. Si de tantos años de vivir con una mujer que escapa de matarle, ya debería estar curtido.

– Pero, ¡cómo no voy a tener miedo compadre! ¿Acaso usted no? Póngase por ahí alguna bala perdida… ¡Dios no lo permita! No solo yo tengo miedo; mucha gente anda asustada. ¿No ve lo que le pasó al prefecto?

– ¡¿Y qué le paso al prefecto?! No me diga que por ahí una bala perdida…. Uuuuu… Más bien una que otra perdida ha de haber habido por ahí…

– No no me refiero a eso, compadre. Sino a que preparó un gran show, dizque en homenaje a la ciudad por las fiestas de fundación; con feria, la banda Santa Cecilia, Jaime Enrique Aimara y estos de la papaya, popoya o no sé qué.

– Jeje… ¡Luego dice que solo yo soy echo el chistoso! Papaya-Dada, se dice.  y ¿qué fue lo que pasó?

– ¡Que ni un alma salió! ¡Por más artistas! ¡Más el dinero derrochado! Y quedaron como novia loca, vestida y alborotada. A bailar entre ellos. La gente no salió del puro miedo.

– Ahora no sé cómo le irá al alcalde con eso de las fiestas de fundación, mejor que no hagan nada…

– Y todo ese dinero que se va a gastar, mejor lo regalen a los pobres.

– No me enojaría si algo le llegara al pobre de mí; pero si el dinero fuera a los pobres no quedaría nada para el chanchullo.

– Mejor vámonos para la casa, que ahí vienen los militares, y solo viendo su cara van a pensar que es un sicario y luego nos quieren hacer requisa…  ¡Mueva! ¡Vamonos rápido!

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