– Oiga, compadre Indiscreto, deje de leer eso y ayude a hacer el monigote.
– ¿Monigote? ¡Qué más monigote que usted, compadre Ulbio! ¿No ve que estoy leyendo un libro sobre el arte?
– ¡¿Sobre helarte dice?! ¡Ele! ¡¿Y para qué quiere helarse?! ¡¿Acaso se va a meter a un refrigerador o qué?!
– No dije “helarte” sino “el arte”, no sea bruto, compadre ignaro.
– Me llamo Ulbio, no Ignacio… o ese nombre que dijo.
– Le dije “ignaro”, que es una persona falta de conocimiento y de cultura.
– Bueno, bueno; pero ahorita mejor dediquémonos a hacer el añoviejo, dejemos eso del arte para después.
– ¡Nada de eso, compadrito! A lo mejor este monigote que estamos haciendo puede resultar en una verdadera obra de arte.
– ¡¿Obra de arte, dice?! ¿Como esos monigotes de ese tal Picotaso o ese tal Guayusamín?
– Picasso y Guayasamín, compadre ignaro.
– Está bien, lo que sea; pero… ¡Cómo va a resultar un simple añoviejo como obra de arte! Usted siempre sale con sus cosas.
– No se crea, compadrito. ¿No ve las figuritas del pesebre que encargó el ayuntamiento? ¡Auténticas obras de arte!
– Fuuu… En ese caso resultó al revés; las obras de arte resultaron monigotes.
– ¡¿Monigotes?! ¡¿Qué le pasa pues, compadre inculto?! ¿Acaso no ha oído hablar del expresionismo abstracto?
– ¿Expansionismo exacto, dice? Discúlpeme, pero yo no vi nada exacto ahí; solo vi un niño Jesús que parecía guagua de pan, una virgen María con cara de doña Florinda, un burro con cabeza de conejo y un rey mago con cara de Rambo.
– Lo que pasa es que usted no entiende el arte moderno, que combina los hechos históricos y religiosos con lo que vemos en el cine o la televisión. ¿No ve ese mural que hicieron en Quito para celebrar el bicentenario de la Independencia? Le pintaron al Pikachú en vez de Sucre.
– Y aquí le ponen al Rambo en vez del Gasparizo… o del Melchorizo… bueno, no sé… Más parece que el burgomaestre se confundió en las fechas y se adelantó con el concurso de los añoviejos, jejeje.
– No lo sé… ¡Total!, en temas de religión la gente es muy sensible, y si se habla de la virgen María esta tiene que verse muy bonita… ¡Y no se diga del niño Dios! Que por algo se le dice el niño divino.
– Pero la gente dice que son mamotretos y que dan vergüenza; pues se trata de que el turista venga y hasta se tome una foto y se lleve un recuerdo de la ciudad, pero quién va a querer a un burro con cara de conejo…
– No se lo crea, compadre, que en gustos y sabores no discuten los doctores, y lo mismo en perspectiva artística. Cada quien tiene su propia interpretación de las cosas, quizá el artista que construyó las figuras, se identifica con la línea surrealista o cubista…
– O pendejista; pero, allí si, los brutos seríamos nosotros que no valoramos el arte: aunque si hubo quien dijera que se trata de hacer alegorías navideñas, lo que significa una especie de fábulas o imitaciones artísticas de la Navidad y no una réplica exacta de la misma.
– Bueno, total, al final fue tanta la presión que los organizadores, no les quedó alternativa que mandar a retirar de ipso facto las figuras male… digamos, con una visión media rara del artista.
– Otra de las cosas que al pueblo no le agradó fue el valor a cancelarse por esas figuras… ¡Casi dieciocho mil dólares! ¡Y para quedar mal a nivel nacional y ser blanco del bullin! No era justo, pues, era demasiado dinero desperdiciado habiendo tantas necesidades.
– Bueno, ahora, si la gente no tenía tema para su alegoría de Año Viejo, el mismo municipio les ha dado harto material.
– En fin, hasta esas figuras pueden servir; y esta vez sin temor de que sean criticadas y retiradas, solo quemadas con toda la dignidad y la solemnidad que merece un monigote de Año Viejo.
– Tiene toda la boca llena de razón, compadrito, lo que importa es despedir el año con toda la gana y recibir el nuevo con mucha alegría y fanfarria… ¡FELIZ 2024!