Por: Edwin Mosquera
Entre titubeos, murmullos y miedos infundados, pese a la fraudulenta máscara de hierro que tiene Danielito, debutó con su primer estado de excepción, al mismo estilo del gobernante anterior no sabe que carajo hacer ni cómo manejarse frente a un impulso libidinal llevado a cabo en un decreto sentadito en una burbuja.
La consecuencia de no saber diferenciar el estado de excepción de un toque de queda, repercute en la mala aplicación y entendimiento, la solución no es prohibir la libre movilidad de la ciudadanía civil o peor aún la restricción y enclaustramiento de los ciudadanos de a pie, si no enfocarse en el génesis de la excepcionalidad del control enfocado en los principios de necesidad, proporcionabilidad, legalidad, temporalidad y razonabilidad.
La conmoción a nivel país no debería enfocarse en la fuga o no de Fito, la crisis estaba desde mucho antes, si no que se la pretendía ocultar con el baile absurdo con un muñeco de cartón, la medida inmediata no era mandar a retirar los tomacorrientes de las celdas o peor aún, la novatada de salir en los medios de comunicación indicando cuál es el procedimiento que se va a seguir y después anunciar que se ha filtrado la información.
La falta de herramientas intelectuales así como de un plan de ataque y contingencia, evidencia que la desesperada actuación de pretender atacar sin armas, solo acarreará a la muerte de varios ciudadanos de a pie que el único que error que cometieron talvez fue estar en el lugar menos indicado, a viva voz grita NO NEGOCIARÉ CON TERRORISTAS, mientras se lava las manos con la sangre de inocentes, no se puede comparar esta actuación criminal con el inicio del proyecto de Bukele, te hacen falta los huevos, las instalaciones y lo más importante la discriminación de decisiones propias, no dadas pensando. Un abrazo mi Ecuador, hay que seguir adelante.