Un amoroso final de un gran inicio

Por: Lic. Luciana Chicaiza

A los pocos meses de haberme graduado de la Universidad Técnica de Ambato UTA, de la carrera de Comunicación Social, iba caminando por una de las veredas de la calle Ceslao Marín, de la ciudad de Puyo, cuando me encontré con mi querido colega y amigo, Lic. Hernán Heras. Conversamos, y entre ese diálogo, me invitó a formar parte de un proyecto, la creación de un periódico semanal. Mis ojos se iluminaron y mi corazón vibró. Ni bien terminaba de explicarme, le dije Sí!, y le agradezco infinitamente aquel momento. Él me llevó a conocer otros seres maravillosos, a Don Luis Morocho y su familia. Me presentó y en la reunión de creación del periódico “El Observador” se puso en marcha este nuevo medio de comunicación de Pastaza y de la Amazonía.

   La primera edición del periódico fue publicada el 26 de febrero de 2006 y han transcurrido 14 años y tres meses desde aquel instante (hasta el mes de mayo de 2020). Durante este periodo han laborado varios comunicadores sociales, algunos por un espacio corto de tiempo otros por muchos meses. Cada uno fue un aporte muy valioso al periódico que sirvió para crecer cada día y lograr ser un medio con bases sólidas.

  En el año 2009, Don Luis depositó su confianza  en mí y desde entonces estuve a cargo de la Dirección de “El Observador”. En la semana, edición 736, mayo 2020, en un acuerdo mutuo y en amistad, entregué el cierre de edición con sentimientos de tristeza y alegría, pero más de agradecimiento.

  Han sido unos años maravillosos. Quizás se pregunten y por qué justo ahora, en medio de esta “crisis” (entrecomillas) pues bueno, porque en los momentos así, es donde surgen los grandes cambios.

  Todos llegamos a este lugar llamado Tierra con un plan de vida, desde las diferentes áreas en que nos desenvolvemos, solo hay que sentirlo, redescubrirlo. Agradezco infinitamente al Universo por haberme puesto en mi camino a cada ser, desde personal administrativo, articulistas, poetas, caricaturistas, diagramadores, prensistas, canillitas y a ustedes mis amados lectores.

  Esta familia siempre estará en mi mente y alma. Siempre me ha gustado esta frase de Confucio: «A donde quiera que vayas, ve con el corazón», y así lo seguiré haciendo. Gracias, gracias, gracias.