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Bendita la fragua que a todos reconcilia

por Andres Ortega

– ¡¿Y ahora?! ¿Qué le pasa pues, compadrito Ulbio, que le veo cabizbundo y meditabajo?

– Será: “cabizbajo y meditabundo”, compadre Indiscreto.

– Pues, será lo que sea pero yo hablo como me da la gana y de paso le hago más bonito a nuestro idioma. Bueno, dígame: ¿Qué es lo que le pasa?

– Pues, nada; qué sigo en problemas y distanciado con mi ñora y no sé qué hacer.

– ¡Pero compadre! ¡Tantos años de amistad y no ha aprendido nada! Cuantas veces le he dicho que el amor es igualito a la política. Mire lo que hacen los políticos y nada más aprenda.

– Pero… ¿Qué cosa de la política podría ayudarme en mi caso?

– ¡La fragua, pues!

– ¡¿La fragua?! No le entiendo, compadre.

– Eso no me extraña, usted siempre ha sido corto de entendimiento. Pero, ¿sabía usted que Puyo es el fruto de una fragua?

– ¿De una fragua? ¡Ele! ¿Y ahora que anda fraguando usted? Seguro que no es nada bueno porque le conozco lo bandido que es.
– No compadrito, yo no estoy fraguando nada. Lo que estoy tratando de decirle es que, la ciudad de hoy, es el resultado de una mezcla o de una fusión entre las culturas indígenas y la mestiza.

– ¿O sea que Puyo es una mezcolanza de gente?
– Es decir; las nacionalidades que ya estaban aquí, que siempre han estado desde tiempos inmemoriales, pueblos originarios, autóctonos y los mestizos que vinieron de afuera, movidos por la ambición del oro, de la canela y más recientemente por el petróleo.
– ¡Ah! ¡Ya me acordé, compadre! Ahora que lo menciona, un monumento hay en el centro de la ciudad, en el sector de la Y en homenaje a ese encuentro entre el indio nativo y el mestizo colono. El choque de dos culturas que dieron origen al nuevo Puyo, la ciudad neblina.
– Ya ve que refrescándole la memoria usted si sabe de historia y luego luego me sale con: “qué estaré fraguando”. Usted más bien es el mal pensado que todo piensa en maldad, jeje.
– Es que, como estamos en tiempos de política y ya se están fraguado muchas cosas. Que los amigos de otros tiempos se vuelven enemigos y los enemigos ahora salen cogidos de la mano, de ñañitos, que ya han fumado la pepa… digo, la pipa de la paz por amor a la ciudad o a la provincia, jeje, y nos quieren meter el dedo.

– Eso mismo es lo que trato de explicarle, la fragua, la que puede ayudarle a solucionar sus problemas familiares.

– Pero… Yo no veo cómo esa fragua puede hacer para que mi mujer deje de estar brava conmigo.
– ¿No ve? Por ejemplo; hasta hace poco, la autoridad provincial con la autoridad municipal, andaban de espaldas, no se viraban ni para saludarse. Iban como el tren, en líneas paralelas que no se cruzan para nada, y lo que hacía el uno descalificaba el otro y así viceversa. Y aunque habían proyectos en común que solo se necesitaba que el uno autorice o ceda las competencias… ¡Ele! ¡Toma! ¡Ni agua! Jeje.

– Y así, como ciegos;  ciego el uno, ciego el otro que no se podían ver ni en pintura.
– ¿Ve lo que le digo? ¡Pero en los últimos días! ¡Como por arte de magia! Resulta que de la noche a la mañana las cosas han cambiado y, lo que parecía imposible, ahora ya se les ve juntitos, que se saludan, que se abrazan, que se toman fotos en público tomados de la mano.

– Hasta selfies creo que se andan haciendo.

– ¡Elé! Yo me quedo con la boca abierta y digo: ¡¿De dónde acá ahora de ñañitos?! “Que viva Puyo” el uno y “que viva la provincia” el otro. Y entonces el flaco me responde: «No ve que han fraguado una alianza entre ellos para poder participar en las próximas elecciones”.

– ¡¿En seriooo?!

– ¡Claro que sí! Aunque no se sabe aún si es para la reelección o se van a intercambiar los papeles; lo que sí es seguro es que van porque van y con la 61.
– ¡Vaya fragua! Con razón ya se me parecía raro que hasta las esposas que no se las veía juntas ahora andan que se besan, jeje.
– ¡Ay con esta fragua política! Pero podrán haber fraguado lo que sea, que se reelijan o que el pueblo les vuelva a dar la confianza, eso ya depende del soberano. Como ya se viene la campaña no sé que otras cosas terribles se fraguarán.

– Pero eso dejemos para el próximo año que son las elecciones y ya el tiempo y las aguas lo dirán. Ahora, en lo que a su situación se refiere, vamos a fraguar su reconciliación matrimonial…

– ¡¿Cómo pues?!

– Igualito que los políticos pues; buscando intereses comunes y poniéndolos por encima de los particulares, minimizando u olvidando viejas rencillas, halagándose mutuamente aunque solo sea de dientes para afuera…

– ¡¿Y usted cree que resulte?!

– ¡Claro pues, compadre! ¡La fragua nunca falla! Y otra cosa, quizás la más importante…

– ¡¿Qué cosa, compadre?!

– ¡Ya cambie esa cara de chimpancé deprimido! ¡Alégrese que estamos de fiesta y grite conmigo! ¡Qué vivan los ñutos hijos de Puyo! Jeje.

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