– ¡¿De nuevo usted, compadre Ulbio?! ¡¿Qué pasó, pues?! Si recién hace cinco minutos se fue de aquí y ya regresa nuevamente… ¿Acaso le gusta pasar más conmigo que con su mujer? ¡Hablará serio, pues, compadre!!!
– Calle nomás. Compadre Indiscreto; me vengo escapando. ¡Es que ya no aguanto más a mi mujer! Está que cacarea y cacarea, habla hasta por los codos, ya me tiene hinchado, ganas de salir corriendo.
– ¡Pero yo, en cambio, ya no le aguanto a usted! ¡Peor que moza quiere estar solo conmigo! Ya creo que hasta mi mujer está pensando mal.
– ¡Ay, compadre! Mejor deme un consejo. ¿Qué hace usted para pasar tranquilo con su mujer y llevar la fiesta en paz? Que yo ya no sé qué hacer, ni bien llego y comienza la cantaleta.
– Pues fácil, compadre; tenerla a buena distancia, y entre más lejos esté… mejor, jeje. Ahora mismo no está, se fue dizque a ver a su mamita, dijo que en tres días regresa y recién va uno, jeje.
– Vaya suerte, compadre. La mía no sale ni para el mercado, yo soy el que tengo que hacerle las compras y cuando llego comienza la reclamadera: que sí, que no, que esto que lo otro. ¡Por todo se molesta! Que si hago le parece mal, que si no hago le parece peor. Yo le digo: “Ya mi amor, tranquila, no se ponga así, ya calle, que calladita se la ve más bonita”… ¡Pero, peor se infla!
– Jajaja, esas palabras me hacen recordar que algo parecido le ha dicho el señor gobernador a la señorita intendenta. Que no hable, que no salga a los medios de comunicación, que no de entrevistas, que mejor calladita se la ve más bonita.
– ¡Ele! ¡¿Y porqué, el señor gobernador, le ha prohibido hablar a la señorita intendenta?! Si ella es la que cada vez da a conocer los resultados de los operativos y por ella nos enteramos de las novedades que pasan.
– Ahí está pues, compadre. Ahora ya no puede hablar y uno ya no se puede enterar de nada. Es que a veces habla de más, dice cosas que no son y pone en apuros a la institución.
– ¡Chuta, compadre! Algo grave ha de haber dicho que por eso le han dicho que mejor calladita, jeje.
– En la última entrevista que dio, dijo que el Municipio había organizado un evento sin contar con los permisos correspondientes; que poco más y le clausuraba el evento y no del dejaba al alcalde encender el árbol de navidad y todos los adornos navideños.
– Sí, así dijo; yo sí vi esa entrevista. Por eso muchos pensaron que siendo así, con qué moral le multa a la prefectura por no sacar permisos para sus fiestas si resulta que él mismo no da el ejemplo.
– Pues, resulta que como algunos periodistas justo sacaron esa partecita que dijo la intendenta, y entonces el municipio saltó lleno de furia y mostró el documento en el que sí contaba con la autorización y firmado por la misma intendenta. Entonces le dijeron de todo: que sufre de amnesia, que no sabe lo que firma, que parece mandada a propósito de la prefectura, que así son los del movimiento semilla y mucho más.
– ¡Ah carajo! ¡¿Con que así fueron las cosas?! ¡No me diga, compadre! ¿Resulta que las declaraciones fueron falsas y el municipio si tenía el documento? ¿Qué le pasaría a la intendenta? Ya me hace dudar a mí también.
– A la pobre no le ha quedado más que pedir disculpas; diciendo que en verdad se equivocó, que se le traspapeló ese documento. Pero las críticas no pararon y seguían insistiendo en que eso no fue un simple error, que eso ya fue con dedicatoria, que fue algo consensuado; que le dijeron que diga eso para hacer quedar mal al municipio ya que tanto le ataca al prefe, que es un lindo, el príncipe de las grandes obras. Entonces el gober, le ha dicho: “¿Sabe qué? De aquí no más entrevistas, no más declaraciones y mejor calladita.
– Con razón esta semana ya no hubo declaraciones. Ya no se dio el informe de las actividades del fin de semana.
– Y con respecto a la bronca entre prefecto y alcalde, eso sigue de largo. ¿No ve ahora, compadre? La feria de los jueves que el prefecto se inventó para que el municipio no le quite el terreno. Ahora resulta que el municipio se ha montado otra feria de productores paralela, al frente de la otra y con más bulla, con artistas, danzas y no sé qué más. Ya le dije, pues compadre, que eso de que las autoridades se unan, ni el niño Dios nos podrá hacer ese milagro, peores cosas se verán.
– Oiga, compadre… ¿Será que el señor gobernador, así como ha mandado a callar a la señorita intendenta, podrá también mandar hacer callar a mi mujer? Para ver si así por lo menos pasamos la navidad en paz.
-Usted se pasa compadre, habla también sin pensar, yo creo que la raíz del problema está en usted, antes que en su mujer. Mejor sería que lo mande a callar a usted y asunto arreglado, que calladito se lo ve más bonito, jeje.