Por: Johana Duche
Hoy visité el museo de la ciudad.
Sin haberlo ni imaginado, ni planeado ni querido.
Ha sido la primera vez que lo piso desde que lo administra la Municipalidad del Cantón.
¡Cuánta nostalgia, cuánto recuerdos!
Habrá pasado una veintena de años y recuerdo cuando deambulaba por el tercer piso del Edificio de la Juventud donde funcionaba. Entre grandes vitrinas de vidrio que exponían las inmensas vasijas, tinajas y mokawas; piezas arqueológicas, fotos e innumerables elementos del pasado de la provincia que fueron inventariados, ubicados, referenciados, encontrados e investigados por mi padre Carlos Duche Hidalgo.
Ese museo lo levantó él, y lo hizo pedazo a pedazo, investigación tras investigación, sin presupuestos y con el solo afán de aportar a la historia de la provincia.
Hoy visité el museo de la ciudad, y ni una seña, ni una letra, ni una palabra que haga referencia al ser humano que lo pensó y lo materializó. La idea de la modernización del museo obligó a borrar el nombre de su mentor. Está pendiente en esta generación, en la mía, en la de sus hijos y nietos, la urgencia de reivindicar el nombre que la INSTITUCIONALIDAD obligó a borrar.
Hoy visité el museo de la ciudad y pensé en los seres humanos valiosos que deben ser reconocidos por sus inmensos aportes, pensé en ti papito @CarlosDucheHidalgo.