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El problema de fondo de la cultura

por Andres Ortega

No solo radica en la falta de presupuesto, debe haber una nueva visión y un cambio de orientación, de lo contrario, de poco o nada servirá cualquier presupuesto.

Por: Lic. Gustavo Tuston

Heredamos un pasado colonial en el que los conquistadores que vinieron a América, lo hicieron resueltos a la idea de hacer fortuna de manera fácil, rápida y abundante. Ecuador, recibe esa herencia cultural, siendo que el Estado jamás concibió la tarea de transformar esa cultura colonial (fuera del discurso). En ese sentido la colonia aún vive.

Visto de ese modo, nuestra forma de vida, tradiciones, creencias y sistema de valores, no favorecen la presencia intelectual de individuos inclinados a reflexionar crítica y auto críticamente sobre sí mismos y el país.

Al contrario, la cultura pre dominante es la del problema, que induce a la división y a la diferenciación, otorgando privilegios a unos, en desmedro de otros. Predomina un ambiente que desfavorece la configuración de, por lo menos, ideales y/o metas comunes para todos los grupos y regiones. Lo que han hecho las instituciones rectoras de la cultura es ínfimo, ni siquiera en los ideales, han podido ser una respuesta ecuatoriana para los problemas heredados de la época colonial.

Los agentes culturales se equivocan cuando insisten que el principal problema es la falta de presupuesto. El principal problema es la falta de visión para concebir las posibilidades de rentabilidad de la cultura especializada. Sino tenemos personas preparadas capaces de interpretar procesos históricos y culturales, con cualquier presupuesto, las intenciones están destinadas al fracaso.

En países como Estados Unidos, no hay Ministerio de Cultura, sin embargo, la cultura especializada, intelectual y artística es poderosa. Allá, es una importante área de desarrollo económico y empresarial.

Hay que recalcar que la cultura es como un árbol y cada obra es como un fruto que requiere un proceso previo para lograrlo, pero lo que ha venido ocurriendo es que los pocos destellos culturales nacen de los individuos desde lo particular, de ahí que los resultados son menores y en raros casos trascienden. El solo hecho de conformar una obra bien realizada, demanda mucho más esfuerzo del que puede hacer una persona sola.

Las voces que dicen que el Ministerio de Cultura debe desaparecer, lo hacen porque están notando la erogación de recursos del Estado, que no están siendo justificados en cambios sustanciales.

Necesitamos sembrar las bases para la cimentación de una cultura auténtica, civilizatoria, pacífica, democrática, sustantiva. La producción y asimilación de esa cultura necesaria, jamás ha sido identificada por el Ministerio, como la primera y más urgente de sus metas y esa desorientación lo ha limitado como lo que es (en cuanto a ente centralizador) una instancia sin trascendencia y clientelar en la vida ecuatoriana.

El Ecuador necesita una cultura que favorezca la convivencia social, que contribuya a cohesionar al país e instaurar valores genuinamente humanos, respetando la diversidad y las particularidades. Para lograrlo, el primer paso, es ser conscientes de aquello y a renglón seguido sentar las bases con gente que verdaderamente conozca de la materia. Hay una gran tarea pendiente y un largo camino a seguir.

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