En el Centro Intipungo, se realizó un acto especial de conmemoración de los diez años de REPAM, acto que contó con la presencia de importantes personalidades, entre las que se destaca el Cardenal Pedro Barreto. Compartimos parte de las palabras de monseñor Rafael Cob, quien fue el impulsor de esta semilla que nació en Puyo:
“Fue un 24 de abril del 2013, cuando la Iglesia de Puyo, a través de la acción de Cáritas del Ecuador, convocaba a una gran Asamblea con la participación internacional de doce países y de 146 participantes. Ahí se concibió y sembró la semilla de una red, la cual después de un “cuidadoso embarazo” daría lugar al nacimiento de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), en Brasilia, el 14 de septiembre del 2014.
Y esa semilla, como grano de mostaza, se convertiría en el árbol fuerte y frondoso para acoger y cobijar los sueños de tantos hermanos y hermanas que luchan por la justicia y siembran esperanza y paz en la Panamazonía.
La Red fue fortaleciéndose en el tiempo a lo largo y a lo ancho de la cuenca Panamazónica, fue convirtiéndose en compañera de camino en la defensa de los derechos de esta tierra y de sus pueblos desprotegidos, tanto tiempo olvidados marginados y explotados.
El Papa Francisco recordará que la Conferencia episcopal Latinoamericana en Aparecida habló de preocuparse de La Amazonia, como referente mundial y clave en el equilibrio climático del planeta. Así, esta red pasaría a caminar desde la periferia hasta la cima de las más grandes esferas internacionales, para denunciar ante ellas la vulneración de los derechos humanos en esta tierra.
Ha pasado una década desde aquella siembra que llevaría, un año después, a la fundación de la REPAM, concebida para ser fuente de vida en el corazón de la Iglesia. Esta red fue el brazo derecho para llevar a cabo el Sínodo Amazónico que se realizó en Roma, en 2019, como una bendición para la Amazonía y para toda la Iglesia.
Como San Francisco, hoy decimos “Laudato Si, mi Signore” (Alabado seas, mi Señor). ¡Que viva la REPAM! Volvemos hoy a sus raíces, volvemos como los discípulos a Galilea, donde todo comenzó, en aquella llamada de Jesús a los apóstoles: ¡Síganme! Hoy también Él nos llama a cuidar de su creación y ser una Iglesia en salida.
Puyo se convirtió en antorcha, desde la periferia, para convertirse en luz central. Esta luz no se apagará mientras esta Red siga siendo el fuego que ilumina y calienta el corazón inquieto que despierta el amor y la esperanza con espíritu maternal para nuestra humanidad tan necesitada”: