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Hangover

por Andres Ortega

Por. Edwin Mosquera

El éxtasis del inicio de la semana mayor para el catolicismo, se ha visto empañada en los diversos círculos noticiosos, a nivel mundial los jugadores de la selección del Ecuador Robert Arboleda, Gonzalo Plata y Kendry Páez en un Night Club en Nueva York, a nivel nacional el espectáculo que Daniel Noboa, protagonizó en un restaurante en Madrid durante su visita a España, y por último a nivel cantonal la denuncia solapada de la ingesta alcohólica tras en Palacio Municipal.

Dentro de la histórica hazaña  en el caso de Arboleda y Plata no es la primera vez que están involucrados en escándalos de este tipo; Arboleda, incluso, ya fue expulsado de la Selección, por abandonar la concentración, justo antes de un partido ante Argentina; Y Gonzalo Plata, que regresaba a la Tricolor, también ya había protagonizado algunos incidentes; En 2022 provocó un accidente en Valladolid, por lo que fue condenado a dos años sin licencia de conducir, en el peor de los casos lo reprochable sería que Kendry Páez es aún menor de edad, más no existiría reproche alguno.

El restaurante de alta cocina japonesa Ikigai, fue testigo del protagónico lanzamiento de billetes por parte el primer mandatario, la ciencia indica que la memoria muscular actúa en un estado de inconsciencia, entonces Nobita acaso en un cabaretero consuetudinario que suele lanzar el dinero cual morboso en table dance, tal vez intentaba colocar un billete de 100 dólares en la tanga de alguna concurrente, obviando en donde carajos se encontraba, para después salir en precipitada carrera en el   Mercedes Benz W220 que le prestó Felipe VI.

Y, por último, pero no menos importante, irrelevantes del pecado e irrespetando la ley Mosaica, la denuncia administrativa de funcionarios municipales cayendo en los brazos de Dionisio y Baco, que a decir de quienes miraron, los dioses estarían enojados por qué no se trataría de un buen vino, si no de un whisky barato impropio de tan altos funcionarios, en fin, con agua pasa todo.

Pues bien, el comportamiento del sujeto no debe estar condicionado a una semana en el calendario, sino más bien a la adecuación de su conducta en beneficio del deber ser, pues el golpearse con una piedra en el pecho por una semana al año, no te quita lo mierda que puedes ser durante toda una vida.

El regocijo y la reflexión es propia e interna, no se trata de latigarse o rasgarse las vestiduras si no de ser mejores cada día.

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