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La prostitución no es un delito, la Ley garantiza el derecho al trabajo sexual

por Andres Ortega

Cansadas también del maltrato y la vejación, pues parece que las autoridades se han ensañado en los últimos días contra ellas: las persiguen, corretean, empujan y hasta las aplastan con las llantas de la motocicleta: que se muevan, que caminen que se vayan del lugar. Ellas han decidido organizarse y contratar un profesional del derecho para que las defienda.

“Dulces caricias de Pastaza” es el nombre con el que identifican a su asociación, parece un nombre agradable y lleno de mucho significado, quizá apropiado o no, pero al escucharles todos se ríen, pues de alguna manera, es lo que ellas al menos ofrecen a sus potenciales clientes, de allí quizá el nombre con el que muchos caballeros las identifica como: “Las Cariñosas”.

El profesional que las ayuda es el Dr. Marco Vargas, él dice que lo hace sin ningún interés, más que para demostrar que el oficio más antiguo del mundo no es pecado ni aquí ni en ninguna parte del mundo; siempre ha habido, hay y seguirá habiendo la prostitución, como un trabajo cualquiera. Lo único que cambia al transcurrir de los tiempos es la palabra que las define: ramera, puta, prostituta, trabajadora sexual o mujeres que prestan sus servicios de sexo. Pero en el fondo son mujeres y madres que quieren ganarse el pan de cada día para ellas y para sus hijos. Entonces, dice el abogado, lo que se quiere es que se les asigne un lugar apropiado para que puedan ejercer sus actividades libremente y para ello lo primero es hablar con las autoridades para llegar a ciertos acuerdos y compromisos.

“Nos persiguen, acosan y asustan a nuestros clientes, hay veces que nos vamos sin un centavo a la casa” dice una de las señoritas cuyo nombre vamos a ocultar, “Somos madres de familia, tengo cuanto hijos” señala la otra “y no somos traficantes de droga como nos tildan” dice la tercera. Mientras aclaran que son otras personas quienes cometen estos delitos, además de los escándalos y riñas callejeras.

Acotan que desde la administración anterior vienen solicitando que se las reubique, pero hasta ahora no les dan respuesta y por el contrario se han dedicado a perseguirlas y amonestarlas tanto por los policías como por los municipales, hasta gas les han echado.

“No somos delincuentes, no nos traten como si fuéramos lo peor, no somos animales, somos personas, seres humanos hoy no me han dejado hacer nada para llevar la comida a mis hijos” expresa finalmente la última en dar sus testimonio y sus palabras me conmueven.

Es la triste historia de las trabajadoras sexuales de los exteriores del Municipio de Pastaza. (GO)

1 comentario

Erika julio 28, 2022 - 1:41 pm

Me pueden ayudar con el contacto de la asociación para una entrevista

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