Bien dicen, “El bueno o bien se muere o bien se va”, y así resultó con Diego Armando Morocho Lemache, nuestro jefe y director del área de diseño del periódico “El Observador” quién junto a su padre don Luis Alfredo Morocho, supieron sacar adelante este medio de comunicación, con una gran visión y emprendimiento.
Diego Armando Morocho Lemache, fue un gran ser humano, humilde, sencillo, respetuoso, responsable, trabajador, honesto, honorable, solidario, siempre dispuesto ayudar y acolitar, una persona muy educada, abierta al diálogo y respetuosa de los demás, la grandeza de su corazón quedará grabada en nuestros pensamientos.
No nos queda más que resignarnos a su partida, a no verlo en su puesto de trabajo, a no escuchar sus consejos y orientaciones, siempre preocupado por salir bien y porque este medio de comunicación siguiera delante, hasta alcanzar el prestigio del cual ahora goza, gracias a mucho trabajo, esfuerzo y dedicación del cual él fue parte.
Nos deja a mitad de camino, cuántas cosas más hubiéramos alcanzado, cuántas metas más nos habíamos fijado, siempre fue un hombre soñador y emprendedor, no dejaba de luchar hasta alcanzar todo lo que se ha propuesto. Su muerte fue repentina, nunca pensamos que le podía suceder y sobre todo que se nos iba a ir tan pronto; pero Dios lo quiso así, siempre las personas buenas pasan a formar parte de su séquito de ángeles en el cielo.
A través de este medio de comunicación, honramos su nombre, y el hacemos extensivo nuestro agradecimiento por todo lo que fue he izo por nosotros, pos su valioso aporte y gran comedimiento por salir adelante. No es un adiós, solo un hasta pronto, ya nos volveremos a ver para darnos ese abrazo que la vida no nos dio la oportunidad de despedirnos. Dios lo tenga en su santa gloria.
A nombre de la Familia Morocho Lemache, Imprenta Jesús del Gran Poder y Semanario “EL Observador” queremos hacer extensivo nuestro agradecimiento a todos los familiares, amigos, conocidos e instituciones que se hicieron presentes de una u otra manera, para solidarizarse en estos momentos de dolor ante el sensible fallecimiento de Diego, solo queda decir Dios le pague por tantas muestras de cariño y afecto, especialmente para con sus padres: María Natividad Lemache y Luis Alfredo Morocho. Que la luz de tu espíritu se eleve al infinito y se vuelva una guía para quienes aún transitamos por esta breve senda llamada vida.