Nuestra invitada, María del Carmen Fuentes, quiere que le identifiquen con el apellido del hombre que le ha acompañado toda la vida, el Sr. Raúl Villaroel. Y aclara que no se trata de que sea propiedad del esposo, sino que es una forma de ratificar la decisión de unirse con la ser amado. “Es una bonita costumbre de antaño”, sostiene. Cincuenta y cinco años han permanecido juntos en los momentos buenos y en los retos de la vida.
La lealtad, el respeto y sobretodo el amor, son los ingredientes para el éxito matrimonial, a diferencia de lo que se ha visto en las últimas décadas, que hay mucho cálculo y hasta ambiciones personales, reflexiona durante el diálogo informal, mantenido en Semanario El Observador.
Su historia empezó cuando, consumados sus estudios de contabilidad en Quito, retornó a Ibarra, su ciudad natal y empezó a trabajar en el entonces Banco Nacional de Fomento (1965). Su jefe que era el gerente, lo recuerda como exigente y de carácter fuerte, pero de a poco y sin que haya sido la intención, nació un sentimiento que se ha mantenido hasta la fecha, cada vez más sólido.
Transcurrido el tiempo tuvo la oportunidad de trabajar en el entonces Banco La Filantrópica y más adelante fue profesora en el Colegio Nacional Ibarra y también del Colegio Nacional Salamanca, donde llegó a ser la rectora, cargo con el que se jubiló.
Uno de sus gratos trabajos con el que complementaba sus otras actividades fue la edición por 12 años de la revista infantil “La Cometa” del extinto diario Hoy.
Tuvo dos hijos y no más porque pensaron en darles una esmerada educación y así lo hicieron, pero el primero que era un reconocido piloto perdió la vida en un trágico accidente, pérdida irreparable cuyo dolor queda de por vida. Su hija vive en Estados Unidos y le ha dado tres nietos, uno de ellos, en correspondencia a la visión emprendedora de sus abuelitos, mantiene una franquicia de café ecuatoriano de gran éxito en el estado de Georgia.
Luego del fallecimiento de su hijo y la partida de su hija al extranjero, la pareja de esposos, se sintieron solos y sobretodo mantenían muchos recuerdos y nostalgia que los entristecía. Gracias a sus buenos amigos que les aconsejaron salir de Quito a otra provincia, vinieron inicialmente a la provincia de Napo, pero el clima muy caluroso y las amistades de su hijo revivían los recuerdos y el dolor, por lo que Puyo presentó mejores condiciones para radicarse.
Le ofrecieron en venta la entonces gasolinera Guevara, que requería una considerable inversión económica, la adquirieron y paso a llamarse la Estación de Servicio Azor, como una forma de homenaje a su hijo que pertenecía al grupo de los pilotos azores de la Fuerza Aérea Ecuatoriana.
Pasados los años, vino la oportunidad de adquirir otro de los conocidos emprendimientos de Puyo como es la hostería Safari y desde hace siete años para acá lo han venido administrando, superando las dificultades y la falta de experiencia en la materia, siempre con empeño y con ese gran apoyo como un matrimonio consolidado y el aporte de los empleados que también aportan a la causa de manera responsable. Seguirán adelante aportando con su trabajo a la tierra que les extendió sus brazos y los acogió.
En la parte final, extendió su agradecimiento a Semanario El Observador por el segmento El Personaje de la Semana, y en su mensaje a la juventud les exhortó a que se preparen mucho para los próximos tiempos, ya que serán los encargados de tomar la posta “y la posta tiene que ser mejor”.