Las últimas décadas ha sido de grandes cambios. Algunos para mejor, otros para peor. La sociedad de hoy quiere vivir su vida en valores que conducen a la superficialidad y no a la felicidad. Ese fue el tema central que abordamos en el set de entrevistas de El Observador, con el Obispo del Vicariato Apostólico de Puyo, Rafael Cob; que junto a nuestro periodista Gustavo Tuston, estudiante de filosofía, mantuvieron un diálogo profundo en el que encontraron más coincidencias que diferencias.
La célula de la sociedad que es una familia sólida y unida, la misma se ha ido resquebrajando y el problema se agrava cuando las personas han perdido la fe y se han alejado de los valores de la justicia, paz, amor y verdad, que son los pilares que deben sostener nuestra sociedad, pero lamentablemente, en su mayoría, ya no es así.
La sociedad actual basa su pensamiento en el tener, en lugar del ser, el consumismo, la codicia y la ambición desmedida, es galopante siendo este, otros factores importantes de la decadencia en la que vivimos. Antes, teníamos menos y éramos más felices.
La moral ha cambiado en la psiquis de las personas, pero los valores universales no cambian en ningún tiempo. La raíz de todos los males son el egoísmo y el deseo desenfrenado del poder, solo por vanagloriarse, por sentirse más que los demás, en lugar de procurar la solidaridad, el servicio y compartir con el que menos tiene, pero, por el contrario, hay una sed de acaparar.
Pero no todo está perdido, ya que, si bien hay una corriente de búsqueda insaciable del placer efímero, pero, por otro lado, también hay otra corriente, que aunque reducida, es fiel y sabe por dónde caminar, que se guía por su consciencia y a través del entendimiento de que cuando hacemos el mal nos conllevará inevitablemente a consecuencias negativas. En el mal, nadie es feliz.
El dinero es un valor que debe ser usado para a hacer el bien a otras personas. Hay grandes interrogantes que el hombre debe responder ¿De dónde viene? ¿A dónde va? ¿Qué es lo que quiere? ¿Cuál es su vocación? estas respuestas son muy importantes ya que nos acompañarán de manera permanente.
Servir, dar lo mejor de uno mismo por amor, es una de las claves para una sociedad mejor. Situación que se complica cuando estamos en graves problemas económicos en los que nos hundimos por los deseos descontrolados de tener bienes materiales y placeres, sin importar lo que haya que hacer para conseguirlos.
La iglesia católica tiene en sus tradiciones mensajes profundos, como en el miércoles de ceniza que nos recuerda que del polvo estamos hechos y al polvo regresaremos, lo que en la corriente filosófica del estoicismo se conoce como memento mori, lo que nos invita a la reflexión para la conversión en un hombre nuevo y mejor.
Mensajes que ya lo hacían desde los antiguos profetas. La buena noticia es que todos tenemos la oportunidad de dar una palabra de aliento y paz a quien lo necesite, haciendo acopio de la virtud de la paciencia con aquellos que son más débiles. Pensar en función de comunidad y no únicamente en nosotros mismo, es una de las claves para empezar a construir una sociedad mejor.