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Sobreviviente del fatal terremoto de 1949 cuenta su testimonio

por Andres Ortega

Ochenta y seis años de edad y mantiene viva en su memoria la traumática experiencia de haber sobrevivido el fatídico sismo que devastó las ciudades de Ambato y Pelileo un 5 de agosto de 1949.

Don Antonio Riofrío, El Personaje de la Semana invitado por Semanario El Observador, cuenta detalles del acontecimiento. Era un día viernes a las 14h30, tenía 12 años de edad, su madre había salido de la casa sin saber que no volvería jamás.

Sin previo aviso empezó a temblar la tierra con tal fuerza que la carretera se abrió como haber sido partida por un rayo y se cerró de manera brutal por más de una vez. Los segundos se hicieron eternos, querían que ya paré de temblar, pero el temblor continuaba sin piedad, de una manera incontrolable.

Cuando por fin paró, todo quedó completamente devastado. La cantidad de fallecidos fue incontable a tal punto que en el parque se hizo una gran fosa común para depositar todos los cadáveres que se iban hallando bajo los escombros.

Todo era lágrimas y llantos, hasta que llegaron helicópteros con ayuda internacional. A los más niños que se quedaron en la orfandad los extranjeros se los llevaban para ser entregados a fundaciones y esa suerte iba a correr una de sus pequeñas hermanas, pero justo en ese instante aparece el padre y la niña al verlo, lo llama a gritos y es entonces que los rescatistas se dieron cuenta que si tiene papá y la entregaron.

Al igual que sus contemporáneos, don Antonio perdió mucha familia, su padre que vivía fuera de la ciudad, se salvó de la catástrofe, pero no se libró de perder al amor de su vida, por tal motivo, se entristeció al punto de que nunca se recuperó del descalabro emocional y se refugió en el alcohol.

Sin embargo, la vida debía continuar. Le trajeron a la ciudad de Puyo, donde se vio en la necesidad de trabajar desde tempranas edades. Empezó humildemente lustrando zapatos y vendiendo helados, luego su hermano que ya estaba más establecido le dio la oportunidad para que sea controlador en un servicio de transporte y luego le enseñó el oficio de la conducción, pero don Antonio que era inquieto, aprendió a conducir vehículos de todo tipo y tamaño, incluso maquinaria pesada, tractores, llegando a pertenecer a varias cooperativas y compañías de transporte, lo que le sirvió más adelante para ser tomado en cuenta como instructor en la Escuela del Sindicato de Choferes Profesionales de Pastaza.

Entre otros personajes históricos de Puyo, conoció a Alberto Zambrano y a Severo Vargas, cuyos nombres constan en calles centrales de la ciudad. De Vargas, el nieto es su fiel y vivo retrato, apunta. “Los colonos intercambiaban ropa y otros artículos de la ciudad por minúsculas lentejuelas de oro que lo recogían de los ríos”… El tiempo se queda corto para las abundantes historias de nuestro invitado, que se despide con su mensaje para la juventud: Que sean entu

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