Por: Guido Calderón
Que todos los meses acudan al Parque del Arbolito en Quito, todas las nacionalidades indígenas y sus líderes ostenten sus innovaciones agrícolas y ganaderas. Anuncien que, en las mesas de diálogo con los panificadores, acordaron dedicar grandes extensiones al cultivo de variedades autóctonas de trigo orgánico y presenten saludables harinas integrales que reemplacen a la actual harina importada que envenena al Ecuador. Nuevas harinas de maíz tostado combinadas con cebada, ideales para niños.
Que han concertado entre los dirigentes amazónicos y las cámaras de comercio, para alcanzar montos exportables de subproductos de papa china, yuca amarilla y por fin tengamos delicioso chontaduro enlatado todo el año.
Que, gracias a la intermediación de la iglesia, hay quesos de leche de cabra, leche de oveja y una combinación de estos con la de vaca. Leches vitaminazadas acorde a la edad del consumidor. Cortes vacunos de mejor calidad y precio que los importados. Mermeladas de frutas orgánicas sin azúcar. Agua embotellada con yerbas curativas.
El Movimiento Indígena del Ecuador es considerado el mejor organizado del planeta, lo que supone fácil llegar a acuerdos entre sus líderes y los gremios privados, para determinar: qué productos sembrar, cuántos cientos de hectáreas, los subproductos y fijar precios. Este control sobre la acción coordinada de millones de personas, es el mayor poder humano que tiene el Ecuador, sin embargo, la vida de sus integrantes es similar a la de antes del internet. No reciben los beneficios de las batallas ganadas, estos son para los líderes que se llenan de fama y para los políticos que se suben a la camioneta.
El trabajo de los líderes comunitarios en tiempos de paz, a más de controlar una férrea obediencia con la violenta justicia indígena, no plantea solución a los problemas diarios. Al culpar a otras personas les damos más poder sobre nuestras vidas y evadimos hacernos responsables de nuestro desarrollo. Vendrán nuevas movilizaciones. Hacer lo mismo y esperar resultados diferentes, es como Einstein definía la locura./ GC