Por: Mgs. Nelly Durán.
Probablemente muchos de los prestadores de servicios turísticos habían proyectado sus ventas para el año 2020, como una recuperación del pasado suceso de octubre del 2019, cuando un paro nacional, afectó la producción y la economía de los ecuatorianos.
Para muchos de los empresarios era muy alentadora una posible recuperación de sus negocios, sin embargo, una pandemia mundial por el conocido COVID 19 nos llevó a un confinamiento domiciliario con el slogan “Quédate en casa”. Los semáforos cambiaron al igual que cambió la manera de pensar de un mundo caótico que guarda escaso respeto al ambiente, a los valores y a la vida misma.
En enero del 2020, 87 restaurantes turísticos de la categoría 1 tenedor, funcionan como establecimientos ofertantes de alimentos y bebidas, hoy por hoy, al mes de junio del 2020, únicamente 55 de ellos logran funcionar con un decrecimiento del 36,78% algo que en los últimos 30 años no se ha visto. El año inició con una mano de obra de 130 hombres y 185 mujeres con empleo directo por turismo, mientras que, en el mes de junio, se encuentran laborando únicamente 76 hombres lo que corresponde al 41,54%, menos. Y en el caso de las mujeres, 146 siguen sus labores con un decrecimiento del 21,08%.
La cruda realidad se ahonda, pues el porcentaje de decrecimiento mensual es de 6,13%, de restaurantes turísticos que están cerrando sus negocios, lo que ha dado paso a la apertura de una nueva oferta de menos calidad y con escaso conocimiento del ramo, duplicando la oferta formal registrada, con ventas a domicilio y productos comestibles de toda clase.
El surgimiento de esta nueva modalidad llena de informalidad y en su mayoría sin cumplir con los protocolos y medidas de bioseguridad para atender a sus usuarios, es una salida a la agobiante situación económica de los emprendedores locales. Sin duda, es otro fenómeno resultado de la pandemia, que, en el ámbito del turismo y la economía, debe concitar la atención.