Dentro del régimen constitucional vigente desde el 2008, se ha registrado un avance sustancial a la incorporación de la mujer en los espacios sociales y políticos, así lo establece el artículo 61 y 116 de la Constitución de la República del Ecuador.
En la última contienda electoral, la participación política de las mujeres fue en desventaja, pues según cifras del CNE de las 23 provincias en las que se eligió prefectos/as, en las ciudades de Bolívar, Chimborazo, Cañar y Napo, en las papeletas no se encontró el nombre de ninguna candidata mujer. En lo concerniente a la dignidad de alcalde, dentro de las 24 capitales, existió 238 registrados, de ellos 207 son hombres y 31 mujeres.
Para Fausto Camacho del Observatorio Electoral Ciudadano y Margarita Carranco, sostienen que la falta de participación política de la mujer se debe a un tema cultural pues se sigue prevaleciendo el criterio de que los hombres están más capacitados o prevalece el patriarcado. Compartimos el criterio de que la falta de participación de la mujer en la política es un tema cultural (estereotipos, roles y expectativas socialmente atribuidos al sexo femenino), pero al mismo tiempo es un tema de liderazgo y empoderamiento, pues es fundamental que movimientos de mujeres dentro de su agenda pública formulen políticas públicas en asuntos de género que garantice una mayor representación de las mujeres, dado que al ingresar a esferas de poder las mujeres como autoridades, siguen siendo excluidas en las toma de decisiones que directamente les afecta, como es el caso de las Concejalas Rosa Cali del Cantón Santa Clara, Marisol Peñaloza del Cantón Cuenca y Mayra Tasipanta del Cantón Mejia, quienes han accionado constitucionalmente para que se respete la paridad de género, consagrada en la Constitución y en el Código Orgánico de Ordenamiento Territorial (COOTAD), pues las actuaciones de los miembros de los consejos cantonales mencionados, son una muestra evidente de la desigualdad de género permanente y la falta de cumplimiento del mandato constitucional de equidad y paridad de género, vulnerando así el derecho constitucional de las concejalas a que en la elección del cargo de vice alcaldesa se garantice su participación, con criterios aplicados a la equidad y paridad de género.
Así mismo, otro de los factores para la falta de participación política de la mujer es la violencia política que va dirigida a su condición de mujer y a sus roles en la sociedad; a través de redes sociales o diferentes espacios públicos se cuestionan a las mujeres su rol de madre y la falta de capacidad para asumir a la dignidad del cual se postula, o a la violencia ejercida a mujeres ya electas que no se les permite el cumplimiento de sus funciones para el ejercicio pleno de sus derechos políticos como autoridades electas.
La responsabilidad también recae con relación a los movimientos y partidos políticos, considero que también tienen responsabilidad, pues su deber es fomentar liderazgo y participación de la mujer, pues no se puede limitar nuestra participación cada cuatro años en elecciones, sin un proceso sostenido para promover la participación política de la mujer. Por eso es importante reconocer que, dentro de las reformas al código de la democracia planteadas por Consejo Nacional Electoral, se proponga dos temas fundamentales, la una en cuanto a la equidad de género en el ámbito electoral, se propone que de todas las listas que tercien en los comicios, el 50% deberán estar encabezadas por mujeres, de manera que se les garantice un mayor acceso a los espacios de poder y por otro lado las sanciones rigurosas (suspensión de los derechos políticos y descalificación de la candidatura del agresor) a quienes ejerzan violencia política.
Sin duda la partición política de las mujeres en puestos de representación es muy necesaria para la democracia, pues es una forma en que las mujeres podamos acceder a posiciones de toma o influencia de decisiones. Otra opción es obtener un verdadero empoderamiento de movimiento de mujeres que permita influir en la formulación de políticas para promover la igualdad entre hombres y mujeres.
Por: Mónica Jaramillo