Prácticamente desde niña ya acompañaba a su madre en labores de solidaridad a favor de loa más necesitados, de su madre, heredó la sensibilidad y pasión de estar siempre atenta a las necesidades de los que no tienen.
Ya de joven, formaba parte del grupo de apoyo social de la iglesia en la parroquia de su Manabí del alma.
Es así que cuando vino a Pastaza, se encontró con realidades que le conmovían y no lo pensó dos veces en continuar con su vocación de servicio a favor de los necesitados y lo hacía de manera individual en primera instancia.
Luego pudo observar que, como ella, otras personas también hacían su trabajo llegando con ayudas a las familias de escasos recursos, por lo que empezó a unir voluntades, sumar corazones y hacer causa común, porque, cuantas más manos se sumen a una buena causa se consigue mejores resultados.
Las voluntades se suman y en primera instancia forman parte de un grupo de 15 personas dedicadas a la labor social, luego piensan en un nombre y dadas las características del grupo, su trabajo y carisma para ayudar, no se les ocurrió otra cosa que resaltar los valores de la unidad y solidaridad y es así, que desembocó en lo que hoy conocemos como la Fundación “Pastaza Unida y Solidaria”.
Actualmente cuentan con un grupo de voluntarias y voluntarios que supera el número de cuarenta personas activas, sin contar con las voluntarias ocasionales que se activan cuando la fundación llega por su territorio como por ejemplo en el Cantón Mera, en Santa Clara y Arajuno.
La labor social que se ha hecho, es inmensa, va desde llegar con kits de alimentos a las familias, reconstruir viviendas, apoyo a personas con discapacidad y hasta brigadas médicas en diferentes sectores. Una de las características de la Fundación, es que no solo se trata de llegar y entregar la ayuda, sino también de hacer un seguimiento y llegar incluso a despertar el poder de emprendimiento de las personas e impulsarlas a salir adelante para que puedan valerse por sí mismas.
Alexandra nos cuenta, que es muy sensible al dolor humano, todo le conmueve y le parte el alma, durante todo este tiempo se ha topado con cuadros muy dolorosos y situaciones extremas que le han sacado lágrimas. Aún llora por ejemplo al narrar una experiencia en Arajuno cuando llegaron a una familia y vio como los niños se devoraban los alimentos porque su madre contó que llevaban dos días sin comer y ese mañana justo le habían pedido a Dios que no se olvidara de ellos.
Pero, así como hay momentos tristes, también hay momentos de alegría como por ejemplo las ventas de garaje que cada día crecen y cuyos recursos recaudados van destinados a agasajar a las personas con enfermedades crónicas de Pastaza, eso le llena.