– Oiga, compadre Indiscreto, disculpe la curiosidad; pero… ¿Para qué son todos estos trastos y artilugios de vidrio que tiene en su cuarto?
– Vaya, compadre Ulbio, me admira tanta ignorancia. Es que ese es mi laboratorio científico, y todo lo que usted ve son probetas, tubos de ensayo y demás artefactos que necesitamos los científicos para nuestras investigaciones.
– Ya, ya… ¡No me va a venir a decir que usted es un científico! Jajaja. ¿Y qué es lo que está tratando de inventar, pues?
– Yo no invento nada; no soy como los políticos que inventan un montón de cosas para tratar de hacernos creer que están haciendo algo por nosotros. Yo estoy en la búsqueda de un gran descubrimiento que cambiará totalmente la vida de la gente.
– ¡¿Un gran descubrimiento?! Jajaja. No me venga a mí, que le conozco, con pendejadas. ¿Y cuál es ese gran descubrimiento que está tratando de hacer?
– Pues, nada más ni nada menos que: ¡La fórmula de la felicidad!
– Jajaja… ¡Qué compadre!… Y creo que lo está logrando, porque a mí me divierten mucho sus ocurrencias, o sea que ya soy un poco feliz, jejeje.
– Mire, compadrito, su cerebro está tan poco cultivado que ríe nomás por cualquier tontera.
– Oiga, compadre, no se enoje y mejor dígame: ¿qué ingredientes está utilizando para esa fórmula de la felicidad? ¿Acaso no es la cerveza uno de esos ingredientes? Jeje.
– ¡¿La cerveza?! No pues, compadre. Con ese ingrediente ya han experimentado mucho mis colegas científicos de Arajuno, que han dispuesto cantidades inconmensurables de cerveza al servicio de su población. ¿Y qué han obtenido? Solo violencia intrafamiliar, hogares destruidos, adolescentes encarcelados en la correccional de Ambato… ¡O sea, pura infelicidad!
– Pero, compadre, si la cerveza trae tanta infelicidad… ¿Por qué hay tantas huecas que nuestros intendentes ya no pueden lidiar con ellas? Tal es así que tienen que cambiar de intendente a cada rato.
– Lo que pasa, compadre, es que la gente como vive como prisionera de tantas tensiones y busca una escapatoria, aunque sea momentánea, de esa tediosa prisión; y, como la sociedad no nos da otra alternativa que miles y miles de litros de cerveza, pues ahí todos nos lanzamos a esa corriente hasta ahogarnos en ella.
– Chuta, así parece; porque por cada hueca que clausuran aparecen diez más.
– Pues, súmele a eso la necesidad que tiene la gente de una fuente de ingresos para sostener a sus familias, y con un gobierno que no tiene ni un proyecto ni una iniciativa ni nada de nada para el desarrollo social… ¿Entonces? ¡Qué más queda! ¡El abandono y la degeneración!
– Pero nuestras autoridades también son una pendejeada. ¡¿No ve?! La ahora ex intendenta… ¡Cómo va a decir que los invasores de la ex hacienda Té Zulay se rigen por sus propias leyes! O sea que ellos pueden hacer ahí lo que les da la gana y las autoridades estatales no pueden hacer nada.
– Así estamos compadre.
– Y, el nuevo intendente, cuando le pregunta un periodista sobre una hueca que habría al interior de Té Zulay donde se hace farra, se toma y se fuma harto sin ley y sin nadie que controle, dice que a él no le consta ¡porque no le han invitado!
– Jejeje… Un poder que nada puede hacer…
– Y además dice que allá es jurisdicción de Mera, que allá hay otra comisaría nacional y teniente político. Pero el periodista le dice: “¡Usted es intendente! Y se supone que es para toda la provincia y que los controles los debe hacer en todos los cantones; dice que no sabía y que espera los informes de los tenientes políticos. ¡¿A dónde vamos a parar con autoridades así?!
– ¡Qué barbaridad!
– Además, el sábado pasado hace un operativo de clausura colocando el sello de seguridad que no debe ser violentado por nada so pena de una infracción, pero dejando al propietario del local al interior del mismo… Jajaja… ¡Que cantinflada!
– Mire, compadre, esas personas jóvenes que asumen estas responsabilidades como autoridades, no es que sean tontos, inútiles ni nada por el estilo. ¡Al contrario! Son personas que con gran esfuerzo se han preparado y han llegado a ser profesionales llenos de sueños e ilusiones y con deseos de contribuir al cambio social.
– ¡¿Y entonces?! ¡¿Qué les pasa?!
– Pues, que cuando llegan a sus cargos se topan con la dura, pesada y oxidada cadena del poder; donde, sobre ellos siempre habrá uno o varios políticos maniqueos que tendrá acomodada las cosas a sus intereses, y si alguien intenta hacer algún cambio o poner orden… ¡Le cae el hacha! Así de sencillo…