Autor: Christian Pérez Escobar
Lo sucedido hoy en la Asamblea Nacional nos deja un mensaje claro. La subordinación de la acción política a la religión sigue siendo una realidad en nuestro país. La política ecuatoriana, hoy más que nunca, no es más que un instrumento para cumplir una agenda conservadora que «impone» su verdad, desde los «principios» y «creencias» de quienes legislan, sin importar la realidad que es evidente en el país (machista) en el que vivimos.
Seguramente las y los virtuosos asambleístas que negaron el derecho de las niñas y las mujeres a no ser re victimizadas después de una violación, se sentirán tranquilos porque ya reservaron su cupo en el cielo, mientras han dejado instituido un infierno para quienes han sido ultrajadas sexualmente y se ganaron el «premio» de quedar embarazadas. Hay que poner una vela en honor a estos y estas «santas» ilustradas, que son iguales o peores que los curas pederastas que viven impunes, aupados por un sistema que cuida las «formas», pero le vale un bledo el «fondo».
En efecto ¿Qué pasa asambleístas con la educación sexual? Nula ¿Qué pasa con el proceso de adopción para los niños/as producto de violación? Eterno ¿Qué pasa con el acceso a la justicia para las víctimas de violación? Más lento todavía ¿Qué pasa con el acompañamiento psicológico a las víctimas de violación? Insuficiente ¿Se les olvidó estos pequeños detalles de fondo que re victimizan a las asesinas (en potencia)? ¿Qué sigue asambleístas?
Porqué más bien no cierran la Asamblea y se van a sus casas a imponer sus normas basadas en sus principios y creencias, pero con sus hijas, con sus esposas y con sus hermanas. Lo olvidaba, ellas no serán víctimas de violación porque no viven expuestas a la sociedad violenta que nos rodea. Ojalá que la misma convicción y los mismos discursos acalorados se repliquen cuando tengan que legislar sin show y sin cámaras, para afrontar los temas de fondo, que se les olvidó al calor de la pasión politiquera.