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La esperanza del planeta arde

por Andres Ortega

Desde hace días el mundo entero dirige su mirada a nuestro continente, con preocupación e impotencia ante las llamas que consumen el Amazonas día a día. Si bien el problema no es nuevo, ya que según la WWF casi el 20% de la selva amazónica ha desaparecido en los últimos cincuenta años, la realidad es que esto se está acelerando. Durante los últimos ocho meses, bajo el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil, se han producido casi un 84% más de incendios en la selva amazónica que en años previos.

  Las imágenes captadas desde la Estación Espacial Internacional han evidenciado la afectación sin precedentes que están causando los incendios en la Amazonía. ¿Por qué sucede esto? Hay muchos factores involucrados, pero sin duda todos se resumen en uno: la acción humana. El deseo humano de explotar la naturaleza por un beneficio económico.

  Los numerosos incendios provocados por ganaderos y madereros se han agravado en los últimos meses debido a la creciente deforestación de la selva que está impactando su ecosistema. Entre las principales causas de esta deforestación se encuentran la producción de soja y ganadería, la construcción de hidroeléctricas y carreteras, y la industria minera.

  Los gobiernos han destacado por su falta de políticas de protección e incluso por su apoyo a estas actividades. El actual presidente de Brasil tiene un discurso a favor de la explotación agropecuaria de la selva amazónica. Pero también es cierto que el problema no es solo Jair Bolsonaro ya que una situación parecida ocurre en Bolivia con el gobierno de Evo Morales.

   Y el resto de líderes políticos de la región no son la excepción. Nuestros líderes dejaron que el problema creciera hasta este punto. Con pocas ideas o voluntad política para proteger la Amazonía, prefieren incentivar la explotación de los recursos naturales en lugar de preservar la vida y el futuro. No tienen conciencia ni visión a largo plazo, no consideran la Amazonia como un tesoro que hay que proteger. Lo vemos en Brasil y Bolivia, pero también en Ecuador.

  Debemos entender que no es un problema de un país, es un problema de la humanidad. Científicos han dicho de que es posible de que se llegue a un “punto máximo ecológico” en la Amazonia, un punto sin retorno que provoque que el mayor bosque tropical del planeta termine convertido en una sabana.

  Parece que olvidamos que no existe un «planeta B» para los seres humanos. La responsabilidad es de todos, no podemos dejar que la esperanza del planeta se pierda en llamas.

Lic. André Granda

Politólogo

dregranda@gmail.com

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