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LA MALDICIÓN TURISMO

por Andres Ortega

En turismo hay una “maldición”: el que entra ya no sale. Y no importa de cual sector académico o  empresarial se venga; una vez entramos a vivir al día a día de la amabilidad, las sonrisas, la preocupación por el bienestar de las personas, el ansia por generar felicidad, comodidad, sensaciones agradables, experiencias inolvidables; se asume una nueva filosofía de vida, que aprecia cada amanecer, se deleita con el verdor, se solidariza con el emprendimiento del vecino, nadie es competencia, sino complemento; y todos nos tratamos con un idioma agradable.

El ser tan educados, juiciosos, cordiales, la cuarta fuente de divisas del país y el segundo generador de empleo; nos cuesta ser excluidos por todos los gobernantes, marginados de toda decisión política y sujetos de más impuestos, nuevas obligaciones; y, aun así, nos mantenemos afectuosos.

En contracara, los grupos políticos y económicos que parten su accionar de la ira, la tristeza, el miedo, el resentimiento, el deseo de venganza; emociones que conciben hambrunas y guerras en todo el planeta; son convidados a dialogar, negociar, cogobernar.

Y no es que esta gente sea mala por pensar y actuar como lo hacen, solo que nadie les ha enseñado a pensar y hablar desde el perdón y la aceptación. Porque uno perdona para liberarse del dolor y de esa cárcel del pasado, que no permite vivir digna y alegremente el hoy, que es cuando sembramos lo que seremos mañana.

Toda sociedad necesita de pensamientos felices para crear un ambiente de sanación y renovación permanente; aunque es normal, pero no natural, que haya gente que irradie negatividad y atraiga la enfermedad de la colectividad. De estos políticos que profesan el resentimiento, la queja, el dolor por el pasado, la crítica permanente; solo podemos esperar la barbarie como en Venezuela y Ucrania.

Hablemos dos naciones. El Ecuador turístico del bienestar y el de ideologías que nos imponen la tiranía de la pobreza de sentimientos, mezquindad de gratitud por la vida y nos niegan el derecho a un mañana de abundancia. /GC

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