Inicio Entretenimiento Ni las llantas ni los llantos acabarán con los mosquitos

Ni las llantas ni los llantos acabarán con los mosquitos

por Andres Ortega

– A ver, compadre Ulbio; ¿usted se volvió loco de remate? ¿Le zumba la azotea? ¿O qué mismo es lo que le pasa?

– ¡¿Ele y ahura?! ¡¿Por qué me insulta, pues, compadre Indiscreto?! ¿Qué de malo estoy haciendo?

– Es que, de mañana, le veo que pasa corriendo como loco; al mediodía, ni creo que almuerza, y ya está haciendo abdominales y levantando pesas; y por la tarde, nuevamente se pone a correr.

– Estoy haciendo ejercicio, pues compadre. ¡¿Eso qué tiene de malo?! En vez de criticarme debería apoyarme o imitarme.

– Sí; pero, es que de la noche a la mañana le coge ese desenfreno. No es normal en usted. A ver, dígame, ¡¿cuándo se le ha visto haciendo ejercicio?! Si por eso mismo está como está.

– ¡Ele! ¿Acaso no escuchó al señor director de Salud de que hay que deshacerse de las llantas?

– A ver, a ver. ¡¿Cómo está eso y qué tiene que ver con esto?!

– ¡Pues, claro! No ve que dice que por las llantas da el dengue. Por eso le dije a mi mujer: “Vea mija, nosotros estamos bien gorditos; mejor hagamos ejercicio para eliminar las llantas y así no nos dé el dengue.

– ¡Ay mi compadre! ¡Si usted no es más zonzo porque no es más grande! El director de Salud se refiere a los neumáticos.

– ¡¿Neu… qué?! ¡¿Qué tiene que ver la religión?!

– ¡Chuta! Siempre me olvido que estoy hablando con un iletrado. Me refiero a las llantas de carro que se llenan de agua con la lluvia.

– Pero… ¡Sí yo no tengo carro! ¡Qué llantas he de tener!                                 

– Bueno, no solo las llantas, sino cualquier recipiente; como frascos, botellas, floreros, tachos, charcos. ¿No ve que en los mosquitos que transmiten el dengue ponen sus huevos en el agua estancada y en la que se acumula dentro de estos objetos?

– Ah, ya entiendo. Entonces, nosotros mismos cultivamos la enfermedad. Siendo así, hay que hacer una limpieza por dentro y por fuera de la casa.

– Exactamente, compadre. Por eso el doctor dice que la gente no colabora, que no elimina sus recipientes. Además, los tanques reservorios deben estar bien tapados y clorados, también el tanque de la lavandería bien desinfectado, tapado y con cloro; para evitar que se reproduzcan los mosquitos.

– Sí; porque dijo que ellos, como ministerio, sus brigadas ya están cansadas de fumigar y fumigar. Qué fumigan en las casas, en los barrios, y no está dando resultados. La gente, cade vez más se está enfermando y hasta se están dando casos de dengue mortal. Por tanto, es hora de hacer causa común y poner también de nuestra parte.

– Pero capaz que son puros pretextos; ya que este gobierno prefiere tirar la plata en barcazas inútiles y en bombas lacrimógenas antes que, en salud, educación y los servicios que necesita la ciudadanía.

– ¡¿Usted cree eso, compadre?!

– No creo, ya es noticia a toda voz los millones que se han gastado en gases lacrimógenos para aplacar el descontento popular.

– Bueno, eso sí también pienso yo, que si no les importa volar ojos, romper cabezas, quebrar huesos… ¡Qué les va a importar que la gente esté bien de salud!

– Por eso, por más que los directores locales se esfuercen por librarnos de todo mal; ¡ellos qué pueden hacer si el gobierno no les facilita los recursos necesarios!

– Chuuuta… ¡Ha de ser estresante ser director y no tener plata con qué ayudar a la gente!

– ¡Claro! Más estresante que tener llantas y no tener carro, como usted.

– Pero, ya le dije que yo no tengo llantas…

– ¡¿Y entonces para qué sale a trotar si es que no quiere eliminar las llantas?!

– Ah bueno, esas llantas sí; pero yo me estaba refiriendo a los neumoniacos esos…

– Neumáticos, compadre, neumáticos…

– Es que, no entiendo por qué tienen que ponerles nombres difíciles a las cosas; si las llantas son llantas, que así se queden. ¡Por qué siempre nos tienen que dificultar la vida!

– Porque para eso están los de arriba, para andarnos jodiendo la vida. Porque si algún día los de abajo llegamos a tener el poder, lo resolveríamos todo fácilmente. Porque así como nuestro hablar es más sencillo, toda nuestra lógica también es más sencilla: “El bien de todos es también el bien de uno”.

– Tiene razón, compadre; por eso ni con llanto vamos a lograr que se llenen las represas para que no nos quiten la luz, ni con llantas vamos a eliminar el dengue. Así que, colaboremos con nuestras autoridades sanitarias y poner nosotros también nuestro granito de arena.

– ¡¿No ve?! ¡Así se habla, compadre!

Deja un comentario

* Al utilizar este formulario, usted acepta el almacenamiento y el manejo de sus datos por parte de este sitio web.