Durante las últimas semanas el Ecuador vivió una crisis política y social sin precedentes. Sin embargo, creo que más allá de las causas concretas del problema y de las medidas económicas que lo provocaron, existe un fenómeno más profundo y preocupantes que se evidenció en esta crisis. La democracia tradicional está caducando.
La democracia representativa, entendida como el sistema donde se elige representantes para que tomen decisiones por nosotros, ha perdido legitimidad, credibilidad y confianza. La gente está cansada de los partidos y políticos, siente que todos han traicionado la confianza pública y que solo buscan sus propios intereses. Existe un hartazgo con la política y las instituciones de la democracia tradicional. En un mundo hiperconectado la nueva ciudadanía ya no responde a los liderazgos verticales de siempre, quieren representarse a sí mismos y expresarse con su propia voz en cualquier momento.
Esto está sucediendo en Ecuador y en el resto del mundo. Todo está evolucionando a un ritmo frenético, menos la política que se mantiene estancada. La democracia que hemos tenido durante décadas ya no responde a los desafíos del nuevo siglo, y mientras el mundo avanza cada día más, nuestro sistema político prefiere quedarse en las formas antiguas y tradicionales.
Los políticos ecuatorianos no reconocen lo que está sucediendo. Moreno, Nebot, Lasso, Correa, todos son lo mismo, dinosaurios políticos representantes de un sistema caduco y en extinción. Piensan solo en términos de elecciones, cuando el problema no es quien esté en Carondelet, el problema es el sistema político que ya no representa a nadie.
La democracia ya no puede limitarse al simple acto de votar. Existe una nueva ciudadanía dispuesta a hacerse escuchar pero también a actuar y participar directamente en el manejo de los asuntos públicos. La democracia representativa debe dar paso a una nueva democracia directa y participativa, incluso pensar en una democracia digital en la que podamos incidir directamente en las principales decisiones del país. Esos son los debates que debemos iniciar si queremos entender el nuevo tiempo que vivimos.
Por todo el mundo se escucha el mismo hartazgo con la misma política de siempre. Es hora de reinventar la política de una vez por todas, en nuestras manos está el regenerar este sistema caduco. Los dinosaurios finalmente se están extinguiendo.
Lic. André Granda
Politólogo