Quizá el pedido del señor Jiménez era justo, pero fue la manera como lo hizo que desató la ira de los miembros de las nacionalidades que pese a que el paro terminó seguían asentados en los bajos de la Gobernación de Pastaza, impidiendo el libre tránsito vehicular.
Era la mañana del lunes 14 de octubre, cuando la ciudadanía se despertaba alegre después del paro, a tratar de retomar las actividades, trabajar y poder recuperar el tiempo perdido. Así también el señor Jiménez, quien tiene un local comercial frente a la Gobernación y que penosamente el paso se encontraba suspendido. Les pide que dejen trabajar, que el paro ya se acabó y que por tanto ya no tiene sentido que la vía continúe bloqueada.
Los representantes de las nacionalidades, primero le explican que no tienen ninguna disposición de retirarse por parte de sus dirigentes porque: primero están a la espera que lleguen el resto de compañeros que viajaron a la ciudad de Quito y segundo, aún no se resuelve el tema del nuevo o nueva gobernadora de Pastaza.
El diálogo comenzó a subir de tono y las partes empezaron a perder la razón, llegando ya a los empujones y mutuas acusaciones. No faltó quien gritara que lo cojan al ciudadano para someterlo a la justicia indígena y así trajeron ají y otros elementos que tenían para cumplir su cometido, pero no lo lograron porque el comerciante se escabulló y se escondió en dentro del local comercial.
Un grupo de periodistas que estaban allí presentes, también llevaron su parte, algunos sacados a empujones, bajo la consigna nacional de ser prensa corrupta que no informa la verdad de las cosas y que no les apoyaron en el monumento más álgido de la medida de hecho.
La justicia indígena, fue aplicada con algunos ciudadanos, sobre todo aquellos que fueron acusados de actuar de mala manera ya sea con acciones delictivas en la ciudad de Puyo y que al ser sorprendidos merecían ser castigados y reprendidos para que no lo vuelvan hacer.