– ¡Pero… compadre Indiscreto! ¡¿Por qué se queda ahí parado en la puerta y no entra?!
– Es que… estoy esperando a que me pida el carné de vacunación para entrar a su taller, compadre Ubio.
– ¡Ele, que’s pues! ¡Yo para qué voy a pedirle carné de vacunación! Pase, pase; entre con confianza.
– Es que, como en todo lado, para entrar a cualquier parte están pidiendo el carné de vacunación… ¡Hasta para ir al baño!!!
– Pero no aquí, en mi taller. Si yo sé que usted está vacunado hasta contra los malos amores…
– Pero ahora ya dizque van a exigir la tercera dosis, después ha de venir la cuarta y la reversa.
– ¡Uy! ¡¿La reversa?! Esa ya creo que nos pusieron sin darnos cuenta; porque todo está yendo para atrás en este país.
– En eso sí que tiene toda la boca llena de razón compadre… ¡¿No ve?! En derechos laborales ya nos quieren hacer retroceder un siglo, con esos paquetazos legales que ha armado el gobierno.
– Así es, compadre. Actualmente, lo único positivo es salir negativo.
– ¡Qué ha de ser, compadre! Se quiere entrar a una institución: “¡Carné!”; se quiere ir de compras: “¡Carné!”; se quiere ir de viaje: “¡Carné!”… ¡Hasta para comer carne piden carné!
– ¡Ele! ¡¿Que’s ps?! ¡¿Para comer carne estarán pidiendo carné?!
– Pero para comer carne cruda; o sea para entrar al motel.
– Ahhh… Entonces, también han de estar pidiendo carné para entrar al chongo.
– ¡Ele! ¡Ya ha de estar pensando en ir a esos antros de perversión, compadre!
– Pero solo para ver si están pidiendo carné, compadre; para nada más…
– Ya, ya…
– Bueno, el caso es que ahora el carnet de vacunación es más importante que la cédula… ¡Nada se puede hacer sin él!
– Así es, compadre; más parece que nos hemos vuelto parte de un club exclusivo… ¡Los que tenemos carné! Y atrás quedan los marginados que no tienen carné, ni para comer carne.
– Sí; pobre del que no tenga carné… ¡No se ha de poder mover a ningún lado!
– Oiga… Capaz que en las próximas elecciones nos piden carné en vez de la cédula para poder sufragar.
– Chuta; entonces toca guardar bien el papelito, y hacerle emplasticar. Porque sino… Y, ¿servirán esas medidas para contener a la Omicrón esa?
– ¡¿Cómo van a servir?! ¡¿Acaso usted cree que los virus saben leer?! ¿Cree que mostrando el carné va a decir el virus: “¡Uy! ¡Yo con éste mejor ni me meto!?”
– Pero… Entonces,… ¡¿Qué más se puede hacer para que ya se acabe esta pandemia?! ¡No quiero que nos vuelvan a encerrar!
– Mmm…, no sé…, tal vez debería dejar salir por signos zodiacales.
– ¡¿Por signos zodiacales dice?! ¡¿Y cómo es eso, pues?!
– Por ejemplo: hoy salen los piscis, mañana los capricornio, pasado los sagitario…
– ¡Chuta! Pero para eso van a tener que contratar a muchos astrólogos, para que determinen que día es bueno para cada signo; no vaya a ser que a uno le toque salir en día de mala suerte…
– ¡Ahí si que usted se jode, compadre! No ve que usted es “ofiuco”…
– ¡¿Ofico diceee?! ¡No pues así, compadre! No insulte pues.
– No, compadre. He dicho “Ofiuco”.
– ¡Ele! ¡¿Y eso será también signo del zodiaco?!
– Claro, pues compadre; lo que pasa es que aún no está legalmente reconocido. Por lo tanto usted no podrá salir a la calle.
– No, no, compadre. No está bueno para nada ese método. Mejor está de ver otra solución antes de que caigamos definitivamente en el abismo. – Así es compadre; porque si seguimos así vamos a terminar como