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EL OBSERVADOR ANALÍTICO (O) La eliminación de los subsidios, una realidad que duele

por Andres Ortega

Los seres humanos hemos crecido, con el pensamiento de ser siempre sobre protegidos por los gobiernos de turno; y lamentablemente, quienes nos han gobernado en la ambición de mantener su liderazgo y permanencia en el poder para delinquir y sangrarle a su propio pueblo han mantenido una economía sostenida en base a los tan mentados subsidios.

En base a lo antes dicho, me permito exponer dos pensamientos, los mismos que respetamos; y hago un sucinto análisis:

El primero, formado, por nuestros hermanos indígenas, opositores al gobierno y los revolucionarios del siglo 21; quienes dirán: que el pueblo se siente afectado gravemente por la eliminación de los subsidios y reclaman, que se deje sin efecto el decreto que elimina los mismos; y es esa la razón por la que han salido a las calles a exigir con justo derecho seguir recibiendo algo que por más de 40 años lo teníamos; es que ¿cómo es posible? decimos que se nos elimine los subsidios, si en varios países, sus gobiernos subsidian a sus habitantes y es por aquello que existe tranquilidad y armonía en dichos países; entonces el clamor popular impulsado por el indígena, agricultor choferes y el pueblo en general de mantenerse dichos subsidios, ya que si estos se eliminan, los precios de todo suben y con ello una gran afectación a la economía de las familias ecuatorianas.

El accionar popular para lograr mantener estos subsidios, ha creado el clima favorable para el aparecimiento del vandalismo que lo hemos visto en la televisión y en las redes sociales; y creemos que es así como el gobierno tendrá que escuchar y respetar nuestros derechos.

Y la posición es que el gobierno elimine el decreto 883 para sentarnos a conversar y llegar a acuerdos para terminar con los levantamientos que están causando conmoción social en todo el país.

En un segundo pensamiento, el otro grupo, formado por seguidores del gobierno y quizá personas neutrales dirán:

Es un momento histórico, para quienes poseemos una mentalidad progresista, honesta, el aceptar y entender que debemos  ser protagonistas de  un cambio de mentalidad y predisponernos a independizarnos de cierta forma de aquellos subsidios que por más de 40 años han sido el caballo de Troya de los políticos; y es que ha sido en base a estos subsidios que han hecho su cosecha de conciencias, al  acostumbrarnos a una vida subsidiada, haciéndonos creer que al quitarnos los subsidios nuestra economía familiar se vendría a pique; situación tan alejada de la realidad; pero que si va a requerir de esfuerzos de todos y cada uno de los ecuatorianos, en hacer esfuerzos y replantear nuestro estilo de vida; sabiendo que los sacrificios de hoy servirán para llevar una vida más ordenada y saber así mismo que gracias a esta eliminación el país tendrá recursos para servirnos a todos y ya no será la oportunidad para ciertos oportunistas vivan de los pobres y los pobres siempre de nuestro trabajo.

 A nuestro modo de ver el panorama, existen muchas condiciones que deberían modificarse, cambiar, eliminar y con ello demostrar que queremos en verdad darle un giro a la historia del ecuador y promover al desarrollo con trabajo, igualdad,  equidad; así por ejemplo, desde el tema de elegir a las autoridades, el CNE no debe entregar un solo centavo a los partidos y movimientos políticos; si no que se deben crear espacios de foros y debates abiertos al público para que sean los propios candidatos los gestores de una oportunidad limpia y accesible para todos; de tal forma que llegue a ser autoridad quien tiene voluntad de servicio y una persona lo mejor preparada posible y no quien más gasta en la campaña; cambios, como elegir un solo asambleísta por provincia y hasta dos en las provincias que superan el millón de habitantes; eliminar las vice prefecturas.

Los ecuatorianos no podemos prestarnos para que, a cuenta de exigir, se realice actos de destrucción; no podemos prestarnos para enfrentar pueblo contra pueblo; pensemos, meditemos y saquemos nuestras propias conclusiones, no salgamos a protestar porque el fulano me ha pedido; salgamos a defender la constitucionalidad; un estado de derecho; salgamos a defender el futuro de nuestros hijos; para que ellos se proyecten a ser productores fomentadores de trabajo con dignidad.

Respeto como nadie la posición de cada uno de los ecuatorianos en reclamar y protestar; pero aquello debe hacerse el marco del respeto al bien ajeno; ya que cuando pasamos de ese límite ya no es protesta sino vandalismo.

Enseñemos a nuestros hijos a pescar, no les demos el pescado en la boca; enseñemos a nuestros hijos a trabajar; enseñemos a nuestros hijos el respeto; y que la pobreza no sea una condición para justificar el vandalismo; sino para que cada día sigamos luchando para ganar con dignidad nuestro espacio en la historia.

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